Bernesga acoge el arte hiperrealista de Satur Vizán y Lozano Bordell
Este dúo de artistas zamoranos aúna en su muestra el mundo natural y el urbano.
La que estos días puede admirarse en la galería de arte Bernesga es una exposición sorprendente por el peculiar empleo que sus autores hacen de la acuarela. Fernando Lozano Bordell tiene una fijación por los pequeños detalles de la naturaleza, en sus obras habla de la destrucción y el olvido que se manifiesta en un paseo por cualquier campo. Para él son importantes las raíces, las hojas, hasta las más pequeñas briznas de hierba y, naturalmente, las lleva a sus composiciones. Por su parte, Satur Vizán es un urbanita, un hombre que disfruta en el asfalto. Cuando hace algunos años presentó sus obras en esta misma galería tenía una gran fijación por los paisajes urbanos de Madrid. En esta ocasión ha decidido mostrarnos diversos rincones de León, una ciudad que siente como suya, a pesar de ser natural de Zamora, lo mismo que Lozano Bordell.
Bordell y Vizán emplean la acuarela casi en seco, olvidándose de las sutiles aguadas características de esta técnica. Así, sus colores ganan en solidez y sus obras pueden realizarse con la rapidez que proporcionan los colores al agua de rápido secado. «Creemos —afirman— que la acuarela también puede ser una técnica con el color saturado, muy alejados de la magia de las transparencias de la aguada».
Los dos artistas parten de la fotografía para realizar sus trabajos. Esto no supone ningún demérito ya que sería imposible reflejar con tan minuciosos trazos los escenarios que interpretan. La fotografía es un elemento más, una simple ayuda, para llevar a buen puerto sus obras.
Estos dos artistas zamoranos, unidos por la amistad y por una misma afición, a pesar de sus coincidencias, hacen una pintura sustancialmente diferente pero que de alguna manera se complementa. «En ningún caso —explican— nos robamos protagonismo, sino que el resultado constituye una exposición mucho más completa».
Decadencia. Bordell realiza una sugerente búsqueda de los recuerdos, de las nostalgias; recientemente ha pintado una serie de cuadros dedicados a contemplar los esqueletos de empresas zamoranas que ya han desaparecido. «En estos cuadros hago un poco lo mismo con la naturaleza. Lo que pinto son los restos vegetales que sobreviven a una gran riada, los resultados de una tormenta o del paso agresivo del hombre sobre la naturaleza». Y todo ello queda en sus acuarelas como atrapado en el tiempo, dejando mucho espacio para la interpretación del espectador, pero con una maravillosa realidad estética.
Por su parte, Vizán no quiere trasladar al papel solamente la monumentalidad de los edificios urbanos, pretende, además, plasmar en sus obras la vida que circula a través de las arterias urbanas. Así, en sus cuadros hay coches y autobuses de vivo colorido, y hay personas, muchas personas que viven anónimamente el momento elegido por el pintor para realizar su obra. Siempre quedará algún crítico que diga que para hacer estas pinturas tan superrealistas ya está la fotografía, pero no hay duda de que la visión cálida y personal que el artista propone en estas originales acuarelas nada tiene que ver con la fría impresión de la placa fotográfica. Vizán se divierte pintando fuertes contrastes en sugerentes claroscuros. Añadiendo en sus obras la vida que aportan los turistas que miran embobados el esplendor de la Catedral cámara en mano. Las gentes que descansan al atardecer en alguna de las innumerables terrazas del barrio antiguo. Las personas que esperan inquietas a la luz verde de un semáforo en la plaza de Santo Domingo.
«Pinto León —dice— porque me siento leonés, zamorano y leonés. Tengo muy buenos recuerdos de esta ciudad, y creo que atesora rincones interesantísimos para un pintor».