Diario de León

Los ‘bichos’ raros de los museos

En León hay objetos extraños como una cabeza de jíbaro, un órgano portátil del XVI o un conjuro de 2.300 años.

León

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La cabeza de un jíbaro, partes mutiladas supuestamente a santos, un gran ‘invento’ llamado retrete, amuletos con forma de pene.... Son los objetos más curiosos, especiales y raros de los museos leoneses. Los auténticos ‘bichos raros’.

Tal vez no sean las piezas principales de las salas y vitrinas que ocupan, pero son tan insólitos y excepcionales que, en muchas ocasiones, se acaban convirtiendo en el mayor atractivo de los museos. Durante años, una cabeza humana, procedente de una tribu de reductores de cráneos del Amazonas, se ha convertido en el ‘tesoro’ de la colección del Museo de Ciencias Naturales que los dominicos tienen en La Virgen del Camino. La fundación Sierra-Pambley alberga en el caserón que mira a la Catedral un singular muestrario de objetos del siglo XIX, atesorados por la distinguida familia que lo habitó. Pero entre ellos, llama especialmente la atención un retrete que, en su época, debió ser todo un invento. También son absolutamente fascinantes dos bastones que camuflan en su interior armas mortíferas: uno esconde una escopeta y otro oculta un estoque. Otra de las piezas curiosas es una baraja que el último heredero de la familia Sierra Pambley, don Paco, adquiere a finales del siglo XIX y en la que las 48 cartas están ilustradas con caricaturas de la vida española del momento. El Museo de la Minería y la Siderurgia de Sabero exhibe un curioso detector de monóxido de carbono en los pozos mineros: una jaula para canario o jilguero. Cuando, a causa del monóxido, el pájaro se desplomaba, se abría la rosca de la bombona de oxígeno de la parte superior. No es un invento casero, sino de fabricación inglesa.

En el Museo Romano de Astorga hay amuletos fálicos que suelen causar admiración y las inevitables bromas de los visitantes. La pieza más extraña de San Isidoro es un ídolo vikingo. La figurita de cinco centímetros fue descubierta «por casualidad» por arqueólogos daneses que se desplazaron a León a estudiar el báculo de San Pelayo, custodiado en la Catedral y que se creía también de origen escandinavo. Los citados investigadores han averiguado que podría tratarse de una pieza del siglo X de un juego parecido al ajedrez.

‘Tocadiscos’ del siglo XVI . La Catedral alberga un realejo, una especie de órgano portátil del siglo XVI que se sacaba, como si fuera el ‘tocadiscos’ de la época en las procesiones.

El Museo Alfercam de Avilés, propiedad de dos coleccionistas leoneses (Alfedro y Fernando Campelo), que acumula decenas de coches antiguos y miles de instrumentos musicales, se puede recorrer ahora ‘a lomos’ de vagones de trenes de 1924, 1952 y 1982, creados por Manuel Cañamero.

El Museo de León acumula miles de piezas desde la Prehistoria a la época actual. Es el depósito de todos los objetos que se extraen de las excavaciones arqueológicas. Tiene desde ídolos como el de Tabuyo (del 1.800 a.C.) a un autorretrato de Sorolla de joven, un maravedí de Felipe III convertido en botón o un extraño armario-altar portátil con una talla del rey San Fernando. En el Museo Bíblico casi todo es ‘diferente’, puesto que la colección son piezas de las primeras civilizaciones. Desde terracotas mesopotámicas con escenas de la vida campestre, a textos arameos, como un conjuro contra los espíritus (fechado en el siglo III antes de Cristo).

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