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San Isidoro se libra de las verjas

Las obras de rehabilitación de la basílica, que se han prolongado durante los últimos once meses, finalizaron ayer después de una inversión de 542.000 euros.

Imagen de la basílica de San Isidoro después de la rehabilitación integral de la fachada.

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cristina fanjul | león
León

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Diez meses de trabajo y 542.000 euros han modificado completamente la faz de San Isidoro. La basílica luce desde ayer sin vallas, con la fachada totalmente restaurada —desde la puerta del Perdón a la del Cordero, incluido el ábside— y sin la barrera arquitectónica que suponía la escalera de acceso al atrio. La Junta finaliza de esta manera su proyecto en la Colegiata, a la espera de que Bankia cumpla su compromiso de renovar los espacios museísticos. San Isidoro se ha sometido a una auténtica operación de ‘cirugía estética’ acometida por la empresa leonesa Decolesa. Y es que, las labores de rehabilitación han incluido la recuperación de la piedra de la fachada, que se encontraba muy deteriorada. Las humedades habían dejado huella y la erosión había mutilado santos, había quebrado cornisas y deteriorado elementos ornamentales. Decolesa desmontó y restituyó además las vidrieras del templo y colocó mallas de protección y vidrios de seguridad, limpiando el óxido y eliminando antiguas imprimaciones. Asimismo, el proyecto de la Junta ha permitido limpiar y restaurar la carpintería, reparando el sistema de evacuación de lluvias.

Las obras han sacado a la luz dos sarcófagos y un muro que podría ser de la capilla funeraria del noble leonés Juan Caballo, del siglo XIV, derribada por orden del arquitecto Juan Crisóstomo Torbado en torno al año 1910.

Y es que las obras para rebajar el atrio en 38 centímetros y dejarlo al nivel de la plaza han permitido excavar en una de las zonas más deseadas por arqueólogos e historiadores. Gerardo Boto ha señalado que resulta prematuro saber si los restos de los sepulcros que han aparecido tienen relación con la capilla de Juan Caballo o bien pertenecen a un cementerio contiguo a la iglesia. Habrá que esperar a que se hagan públicas las conclusiones de la excavación que ha dirigido Ignacio Murillo.

Asimismo, el mes pasado aparecía un nuevo segmento de la muralla romana, dejando libre metro y medio de lienzo que las sucesivas capas de la historia fueron cubriendo. Este segmento pertenece a la muralla altoimperial y tiene unas dimensiones de 1,80 metros de alto y tres de ancho. La superficie ha sorprendido a los arqueólogos puesto que se trata de una anchura inexplicable, que dobla la que tiene la fortificación en el resto del campamento.

Y, de momento, no parece que haya teorías que puedan explicar este misterio. En principio, y segun los expertos consultados, no parece que este frente pétreo fuera parte de ninguna construcción aneja, ya que se habría utilizado otro tipo de fábrica y un sistema constructivo alternativo, pero todas las hipótesis están abiertas y el hallazgo puede cambiar las teorías sobre la fortificación del campamento romano. En total, las obras de adecuación del atrio de San Isidoro han realizado tres catas arqueológicas. En la anterior —ante la Puerta del Perdón— tan sólo se descubrieron decenas de esqueletos y dos sarcófagos, lo que prueba que en algún momento de la historia, probablemente en época medieval, existió a los pies de la basílica un cementerio. Sin embargo, las prospecciones no han localizado resto alguno del palacio real que tuvo su sede en San Isidoro en el siglo XI ni de un primitivo templo romano dedicado al dios Mercurio.

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