Jesús Sánchez Adalid escritor
«Mi nueva novela estará ambientada en tiempos del rey leonés Ramiro II»
Acaba de ganar el Premio Alfonso X el Sabio por un libro, ‘La alcazaba’, que hoy este prolífico y muy leído autor extremeño presenta en la Feria del Libro de León. «Lo que el lector de novela histórica quiere, ante todo, es que ni le abrumen ni le engañen», asevera.
Al Ándalus no fue ni un paraíso ni una utopía. Más que convivencia y mezcla entre religiones y culturas, lo que hubo fue una «coexistencia» en la que musulmanes, cristianos y judíos «disponían de sus propios barrios, fiestas e instituciones», mezclándose muy poco. Lo pone de manifiesto Jesús Sánchez Adalid en La alcazaba , su última novela, que hoy presenta en la Feria del Libro de León y que narra, ambientada en Mérida, una rebelión popular que puso en jaque el poder de Córdoba. El mozárabe , La sublime puerta o El cautivo son otras de las obras de este incansable extremeño que acaba de ganar el Premio Alfonso X el Sabio.
—¿A qué cree que se debe el enorme auge que ha experimentado la novela histórica en nuestro país?
—Todo va en relación con la sociedad. Durante mucho tiempo aquí no tuvimos una novela histórica de calidad, casi todo era traducido, principalmente llegado del mundo anglosajón... así, mientras recibíamos las obras de Noah Gordon, de Mika Waltari o de Marguerite Yourcenar, nosotros seguíamos con el realismo social. Pero en los noventa comenzó a hacerse presente, también en nuestro país, ese fenómeno, pues tenemos tantos escenarios y una historia tan rica o más que cualquier otro lugar. Y no es un mero ‘boom’, sino una tendencia consolidada, 20 años son ya mucho tiempo. Ciudades como León son buena muestra de este cambio. A la gente le atrae cada vez más el turismo cultural: solo hay que ver cómo España se ha llenado de centros de interpretación y de museos particulares... La gente no sólo busca la historia, busca también darle sentido.
—En esencia, ¿qué desea conseguir con sus novelas?
—Como opción personal, me planteo que determinados momentos, no muy conocidos de nuestra historia, pasen al imaginario colectivo. No me planteo hacer historia, ese no es mi papel: la novela es evasión y entretenimiento. Otros retos son liberar la historia de los tópicos y que este país disfrute de una novela histórica de calidad.
—¿Cómo es el proceso de documentación, tan importante para un novelista histórico?
—Un novelista como yo acaba haciéndose, por fuerza, investigador, es imprescindible moverse bien en ese mundo. La verdad es que es un proceso necesario, pero para construir el escenario, el resto ha de ser ficción. Yo creo que el lector no quiere que le abrumen con datos, eso no le interesa, pero tampoco que le engañen: y percibe si el novelista domina o no el tema.
—‘La alcazaba’ habla de una Al-Ándalus muy variada, quizá en contra de la idea común. ¿Podemos extraer algún consejo para el mundo de hoy?
—Las diferentes culturas, hoy en día, están condenadas a entenderse y no tenemos excusa porque cada vez tenemos más medios técnicos y posibilidades para ello. No es lo mismo que en la época que abordo en este libro: en Al Ándalus había un grupo dominante, de estirpe omeya, y luego musulmanes de muchos lugares, judíos y cristianos, y todos contaban con sus propios barrios, festividades, lugares de culto, incluso legislaciones distintas. No era para nada un todo homogéneo, y de esa masa procedemos nosotros. En concreto el mundo mozárabe es interesantísimo, durante 800 años conservaron su religión, tradiciones y cultura cristiana, como la obra de San Isidoro, hasta que terminó la Reconquista.
—¿Cómo está recibiendo el público ‘La alcazaba’?
—Estoy muy satisfecho porque se está vendiendo muy bien. Además, estoy encantado de venir a León porque aquí tengo muchos lectores.
—¿No le seduce el Reino de León para ambientar en él alguna de sus novelas?
—Pues mira, precisamente la próxima, la que saldrá más o menos dentro de un año, comienza en la Ribeira Sacra gallega y se situará casi toda en el Reino de León, en época de Ramiro II. Es que este reino era algo tremendo... sólo pensar que llegó hasta Coria, en Cáceres... Eso se aprecia en las costumbres, en el habla. En La Serena quedan muchos rasgos leoneses y hay un pueblo, Campanario, que es leonés puro.