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León

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El invento del maligno josé maría cillero

Nadie se acuerda ya de aquel entrañable Vivir cada día de la televisión nacional, anterior a las privadas y dirigido por José Luis Rodríguez Puértolas? El espacio, que se emitió entre 1978 y 1988, pretendía ser un reflejo de la vida cotidiana de personas de la calle, que de otro modo no hubieran sido objeto de la atención de los medios. Pues bien, coja la materia prima de ese programa y sométala a los sofisticados procesos de elaboración televisiva de un cuarto de siglo después. No se quede corto a la hora de sazonarlo con morbo, no vaya a ser que los susodichos cuenten vidas anodinas, sin infidelidades, sin dramas familiares, vamos, sin tomate; no ahorre tampoco en anglicismos para bautizar el formato. ¿Qué los auténticos protagonistas, las personas anónimas, no dan juego? Pues se les sustituye por actores desconocidos. Siga esta receta al pie de la letra y habrá cocinado un ‘scripted reality’, que se traduce al castellano como telerrealidad con guión o, peor, telerrealidad ficcionada, algo así como coger cualquier historia del Diario de Patricia y dramatizarla. Telecinco ha estrenado uno de esos ‘scripted reality’ —quién quiere traducirlo, con lo que pierde— en su sobremesa del sábado.

Se llama Secretos y mentiras , lo presenta Sandra Barneda y en sus primeras emisiones obtuvo entre 1,2 y 1,6 millones de espectadores, lejos del imperio telefílmico de Antena 3 a esa misma hora, pero sin desmerecer en cuanto a resultados, porque si en los dramones «basados en hechos reales» de Planeta sale un Kurt conduciendo una camioneta por un pueblo del medio oeste, o una Cinthya ligerita y agraciada, jefa de animadoras del equipo de fútbol americano de una High School de Pennsylvania, en los de Mediaset los protagonistas se llaman Daniel o Esther y cuentan historias de hombres con dos familias o de supuestas hermanas que resultan ser madre e hija, todo marinado en un amateurismo que arrebata a quien se engancha pero que no perturba el sesteo de los que dejaron de creer en los Reyes Magos y en que los programadores reserven la tarde del sábado para emitir obras maestras.