Diario de León

Magro muestra la gestación del Guernica, un alegato contra la guerra

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josé luis picón | málaga
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Pablo Picasso, que no solía trabajar por encargo, sucumbió a las presiones, aceptó pintar un mural para la exposición de París de 1937 y se gestó el Guernica, que más allá de denunciar el bombardeo de esa ciudad se convirtió en un alegato inmortal contra la guerra, como revela en una novela Baltasar Magro. «Quería que la gente escuchara la voz de Picasso, que viera cómo pinta y conociera sus sentimientos, su manera de pensar y de sentir mientras está en un proceso de creación», ha afirmado hoy en una entrevista con Efe el autor de La luz del Guernica , publicado por Roca Editorial.

El resultado fue, en aquel momento, una obra «para llamar la atención sobre lo que estaba ocurriendo en España, pero el cuadro tiene una visión mucho más lejana, y ésa es la grandeza del genio». «Al verlo, la gente no se pregunta nada, simplemente siente, desde un niño de 3 añitos a una persona de 80 años, con cualquier formación, incluso con diferentes ideologías, y es el misterio de esa obra», ha apuntado el periodista y escritor. La novela se centra en dos momentos de la vida de Picasso: 1917, cuando viaja a Florencia, se reencuentra con los clásicos y ve obras como Los desastres de la guerra , de Rubens, y mayo de 1937 cuando crea la obra, y que es uno de los momentos «más críticos» en su carrera.

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