Finito de Moscú | torero y actor
«En el Camino de Santiago pongo a prueba mi bravura»
Roman Karpoukhine, de nombre artístico Finito de Moscú, tomó la alternativa a los 33 años. Ha participado en más de 30 corridas y festivales taurinos. Tras doce años de residencia en Barcelona ha vuelto a su Moscú natal. Este ex oficial de las Fuerzas Aéreas rusas, profesor de bailes de salón y actor, recorre ahora el Camino de Santiago. Aparece en el libro Guinness de los récords como el primer torero ruso.
—¿Qué pinta un piloto ruso vestido de luces?
—Ahora soy peregrino. En el Camino no hay famosos, todos somos iguales. Cada persona que hace el Camino tiene su objetivo. He conocido a gente de todo el mundo. Son héroes; sobre todo, la gente mayor.
—¿Cómo surgió su afición a los toros?
—Conocí en 1995 a Manuel Amador, un torero de Albacete. Estuve en su casa y me enseñó unos pases. Me encantó. Pensé, ¿por qué no puedo hacerlo yo? Y lo que me propongo, lo hago. Después abrimos la escuela taurina de Cataluña. Empecé a torear a los 33 años, una edad bastante difícil para comenzar.
—¿Cuántas veces ha toreado desde que tomó la alternativa?
—Hasta el 2005 participé en diez festejos y más de veinte festivales taurinos. Yo no vivía de los toros ni pretendía hacerme rico. La filosofía de los toros me está ayudando en la vida. Ahora me siento como un toro en el Camino de Santiago que está probando su bravura. Tengo los pies destrozados, pero quiero seguir.
—También fue profesor de baile de salón, ¿el baile le ayuda frente al toro?
—Todo lo contrario. Yo creía que me ayudaría, pero el baile es dinámico y en los toros tienes que estar quieto y darle el movimiento al toro.
—¿A qué toreros admira?
—A mi amigo y padrino de mi hijo Finito de Córdoba. Yo cogí parte del nombre artístico del suyo, porque le admiro. También conozco a José Tomás, que es una gran persona y torero. También me gusta El Fandi y, aunque es diferente, El Cordobés. Lo importante es tener estilo propio y luchar en el ruedo.
—¿Ha sufrido alguna cogida?
—Sí. Pero una cornada grave, no. He sufrido golpes, rasguños y volteretas.
—¿A qué se dedica aparte de los toros?
—También soy actor de teatro y de cine. Estoy preparando una obra basada en mi vida, de un escritor ruso, que se titulará Corrida de la vida y del amor. La estrenaremos en Moscú en septiembre y luego quiero traerla a España. La obra aborda cómo luché por ser torero siendo de otra cultura y cómo luché durante diez años por ver a mi hijo. Es un monólogo. Está inspirado en la filosofía del toreo. El torero cuando sale al ruedo siempre sueña con indultar la vida al toro. De ser así, habrá ganado el torero y el animal, que seguirá vivo.
—¿Qué opina de la prohibición de las corridas en Cataluña?
—Para mí, es pura política. Los defensores de los animales se juntaban en los alrededores de la plaza a insultar, aunque luego yo he visto a alguno dentro viendo los toros.
—¿Dónde se vive mejor en España o en Rusia?
—Por mi temperamento, en España. Es mi segundo país. Para los negocios, mejor en Rusia, porque hay muchas posibilidades.
—¿Qué tal su paso por León?
—La gente de León tiene un gran corazón. Las hospitaleras del albergue de Mansilla de las Mulas son increíbles, atentísimas y con un gran sentido del humor.