«Quiero que toda mi biblioteca quede bien organizada y a disposición de los investigadores»
Sólo con escuchar al otro lado del teléfono la voz de doña Concha se aprecia con toda rapidez y claridad que hay una pasión que ha guiado y sigue guiando la vida de esta inquebrantable investigadora: legar la tradición leonesa —y muy especialmente el mundo de las artesanías— para conocimiento de las generaciones venideras. Incluso ahora, a sus 91 años, no deja de trabajar y de velar por sus queridos artesanos. Por ejemplo, se encuentra inmersa en la organización de la próxima Feria del Val de San Lorenzo, entre finales de julio y principios de agosto («¡tienes que venir, ya verás qué bonito es!», anima), una cita llena de demostraciones en vivo de cesteros y de tejedores.
—¿Cómo ha recibido la noticia de la concesión de este reconocimiento?
—Estoy muy contenta, es un honor inmenso, sobre todo viniendo de la Diputación. Estoy muy agradecida. No quiero ponerme tonta pero de verdad que es algo precioso.
—¿Cómo definiría su biblioteca y todos sus fondos etnográficos, que ha decidido destinar de manera íntegra al Museo Etnográfico de León con sede en Mansilla de las Mulas?
—Pues mira, han contabilizado unos 3.300 libros, pero yo sobre todo tengo en gran estima las diapositivas, las grabaciones de campo y las fotografías, donde está guardado el legado de informantes y artesanos que, en gran medida, han desaparecido. Ya se han llevado casi todo para el museo y ahora hay que ordenarlo bien. Yo lo que quiero es que quede todo bien organizado para que esté a disposición de los investigadores y de cuantas personas quieran o necesiten acercarse a este trabajo.
—Y de los libros en concreto, ¿cuál de ellos tiene en mayor estima o aprecio?
—Hay muchas cosas: está la tesis doctoral que hice sobre el habla de la Cabrera Alta en el año 1945, cuando pasé seis meses viviendo en Corporales de Cabrera. Muy relacionado con este tema estaba el trabajo del alemán Krüger, toa una autoridad, sobre el leonés de Sanabria, cuya lectura fue una de las más importantes para mi carrera. Ten en cuenta que muchos de estos libros me llegaban de diferentes autores y colegas y la mayor parte están personalmente dedicados. También hay muchísimas notas, carpetas... quiero que todo eso lo utilicen bien, y me consta que el director del museo, José Ramón Ortiz, está entusiasmado con esto. Desde que me jubilé me dediqué a pater la provincia entera para diferentes proyectos y este el resultado, en esa biblioteca está mi vida.
—¿Cree que los valores de la tradición continuarán en este mundo cada vez más tecnologizado?
—¡Es que son cosas que no debemos dejar perder! La tradición no está reñida con el progreso, ¡le puede ayudar incluso! Entre todos tenemos que evitar que estos saberes desaparezcan: los cesteros, los canteros, los constructores de instrumentos, los alfareros... ¡yo sigo y seguiré pidiendo a todo el mundo a que me ayuden a sacar adelante esta labor! ¡Ayudarme!