toros. FERIA DE SAN ISIDRO
Damián Castaño no tuvo su tarde
Una oreja cortó Gómez del Pilar en la novillada celebrada ayer en Las Ventas, triunfo que debió ser mayor a tenor de las facilidades que dieron sus dos astados, de Guadaira, sin embargo, aprovechados a medias.
Triunfó Gómez del Pilar, cortando una oreja, pero no en la medida que debía. Los novillos que tuvo enfrente eran de triunfo clamoroso y en ninguno se vislumbró que pudiera llegar.
Se acordará en el futuro ‘el triunfador’ de los dos novillos que le tocaron en suerte ayer. Tan pastueños, que es como decir dóciles, y a la vez con ‘transmisión’. Nobles y con mucha fijeza, embistiendo por abajo y repitiendo. Novillos muy claros.
Y no estuvo mal Gómez del Pilar, no obstante, dado que las mismas ausencias que tuvieron sus dos faenas pueden ser achacables al arrebato que se le supone y se le exige a los novilleros.
En los dos se fue a la puerta de chiqueros resolviendo en ambos casos el lance algo apurado. La primera faena tuvo un prólogo de rodillas, corriendo la mano por la derecha con mucha suficiencia, casi como si estuviera de pie. Ya en la vertical los mejores momentos fueron también por ese pitón.
Lo malo fueron dos ‘giñás’, como se dice en la jerga, cuando citó al natural, quitándose sin venir a cuento. Una manera de poner en duda su propio valor. Faena claramente a menos a pesar de unas emotivas bernadinas finales. Tampoco funcionó la espada. Y el novillo está todavía embistiendo, según frase que define la calidad de sus embestidas, además por los dos pitones.
Algo parecido en el quinto, que perdió fuerzas por el quebranto de un volatín a la salida del primer puyazo, pero que así y todo llegó a la muleta con gran son.
La faena tuvo ciertas desigualdades, desarme incluido. Y aunque se vivieron momentos de auténtico frenesí, el conjunto fue más pinturero que profundo. A medias, como los dos novillos que tuvo enfrente, se quedó Damián Castaño. Cuajó un buen recibo a la verónica en el tercero, pero no se entendió plenamente en la muleta. El novillo, aún moviéndose de acá para allá, no tenía una embestida clara, no acababa de ir metido en el engaño. Tampoco Castaño acertó en la colocación, dejándose muchos pases inacabados por hacer los cites descruzado.
En el último, algo parecido, iba y venía el novillo, pero dando cabezazos. El poco poso que tuvo el trasteo fue consecuencia de la escasa aportación del astado.
Y con un lote infumable, primero y cuarto, el zamorano Durán, que tan buenos augurios despertó en anteriores comparecencias, no obstante haber fallado siempre con la espada, en esta ocasión no pasó de voluntarioso.
En el primero, cortito de embestida y rebañando por los dos pitones, fue imposible a pesar de la insistencia que puso el hombre. El cuarto también ‘se metía’, frenándose y sin humillar. Habrá que verle con material más propicio.