Cómo están las cabezas

El invento del maligno rosa belmonte

L ocos por la tele era un concurso presentado por Ferrán Rañé. Es momento de cambiar la preposición y hacer la serie documental Locos en la tele . Es cierto que no se trata de un diagnóstico médico. Tampoco hay la más mínima intención de insulto, pero últimamente hay unos especímenes sueltos por Telecinco que asustan. Primero, Noemí de Gran Hermano , que anda siempre un pelín delicada de los nervios. Aunque le han hecho un poco de luz de gas en el programa. Siempre me ha resultado desconcertante que le recriminaran tanto sus mentiras dentro de la casa, como si hubiera un estricto código de conducta en Guadalix más propio de una novela de Jane Austen. En un sitio donde todo se ve, ya la echará el público (como pasó). Es todo muy raro. Muy loco. Tanto que, para no meterse en terrenos pantanosos, un día que era protagonista en El programa de Ana Rosa , esta pidió que no se hablara tan alegremente de locura, a lo que Bibiana Fernández, la voz más sensata de la tele, soltó sabiéndose ducha en la materia: «Yo estoy medicada». Loquísimo es también Víctor Sandoval, el despechado, en Sálvame.

Dice Kiko Matamoros, al que ha elegido de Gárgamel, que a Sandoval «le interesa parecer que está loco, vender la paginita de lástima». Pero más que pena produce inquietud (y cierto alivio verlo en directo a suficientes kilómetros de distancia). En Una mujer sin importancia , sostiene Wilde que la moderación es fatal, que nada triunfa como el exceso. Pero Víctor se está pasando. Si Romario, según Valdano, era un jugador de dibujos animados, Víctor Sandoval es un colaborador de dibujos animados. Ya lo parecía cuando conectaban con él desde La Noria para que informara desde Miami de la muerte de Michael Jackson. Pero es que se le aparece Kiko Matamoros y se pone a correr como si fuera un globo desinflándose.

Ha habido un momento en que algunos han dejado de hablar de sus abogados para hablar de sus psiquiatras. Decía Sam Goldwyn que cualquiera que vaya un psiquiatra necesita que le miren la cabeza. En realidad estamos todos para que nos aten.