Expolio a golpe de talón
William Randolph Hearst, el magnate de los medios de comunicación norteamericano que inspiró a Orson Welles la película Ciudadano Kane, fue un comprador compulsivo de Patrimonio español.
Arthur Byne, arquitecto de profesión, aunque nunca construyó nada, se dedicó a desmantelar decenas de monumentos españoles por encargo de Hearst. José Miguel Merino de Cáceres, catedrático de Historia de la Arquitectura en Madrid, ha seguido la pista al expolio que ‘cruzó el Atlántico’. Según Merino de Cáceres, Hearst se llevó artesonados como para cubrir el Bernabéu».
Hace 80 años Hearst trasladó a Estados Unidos parte del monasterio de Óvila (Guadalajara), piedra a piedra. El extravagante proyecto de Hearst se vio truncado por el crac del 29, y las piedras acabaron tiradas a la intemperie en el parque Golden Gate de San Francisco. Unos monjes han rescatado recientemente el monasterio, en la que se conococe como operación Piedras sagradas. Gracias a Merino de Cáceres, que recompuso los planos originales, ha sido posible reconstruir la abadía en California.
Hearst acumuló cientos de obras procedentes de España para su complejo palaciego en San Simeón (California). Entre el botín del magnate destacan: el convento de San Francisco de Cuéllar (Segovia), desmembrado entre 1907 y 1927; el castillo de Benavente, adquirido en 1930; el citado monasterio de Óvila, comprado en 1931; la reja de la catedral de Valladolid, que Hearst nunca llegó a usar (ahora está en el Metropolitan de Nueva York); y uno de los arcos de jaspe rojo de la catedral de Seo de Urgell, que se encuentra en el castillo del multimillonario, y la sillería del coro que colocó en el comedor.