El autor del desasosiego
Eterno candidato al Premio Nobel y laureado con los máximos galardones que puede recibir un escritor, el autor estadounidense de origen judío Philip Roth, es uno de las manos que mejor maneja el bisturí, para escudriñar el alma humana y hablar del dolor, la crueldad o la soledad, sin perder de vista la ironía. Una ironía, a veces muy ácida, que en ocasiones ha tomado cuerpo en el personaje de algunas de sus novelas: Nathan Zuckerman, su alter ego y un latigo que le ha servido para atizar a sus compatriotas estadounidenses, a quienes ve como origen de muchos males.
Con la cruda realidad como base de sus historias, Roth representa la gran novela, en línea de sus predecesores Scott Fitzgerald. Hemingway, o Bellow, y es uno de los cuatro escritores norteamericanos vivos más importantes, junto con Thomas Pynchon, Don DeLillo, y Cormac McCarthy, en palabras del gran pope de la crítica Harold Bloom.
Nacido en Newark (Nueva Jersey) el 19 de marzo de 1933, Roth tiene una larga carrera literaria. Publicó su primer libro Goodbye en 1959, luego siguieron dos obras más, pero el éxito y la fama le llegó con El lamento de Portnoy, en 1966, un monólogo del protagonista con problemas con el sexo ante su psiquiatra, con el que obtuvo gran éxito.
Desde entonces no ha dejado de escribir para retratar el tiempo que le ha tocado vivir, y meter la lupa en el fondo del ser humano y su país, sin olvidar el hecho judío y su encaje con Estados Unidos.
Su trilogía estadounidense o también llamada Los Estados Unidos perdidos, en la que mezcla historias y tiempos narrativos, acaparó los premios más importantes como el National Book, el Pulitzer o el Nacional de la Crítica.