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Miguel Paz Cabanas escritor

«Los personajes de este libro viven instalados en la epifanía del fracaso»

Miguel Paz presenta esta tarde su nuevo libro: ‘Ángeles, detectives y otros fracasados’, un conjunto de relatos cortos, de historias pobladas por personajes que en cierto modo han naufragado en sus vidas. Un ángel ‘caído’ abre esta galería de crónicas frustradas.

El escritor Miguel Paz Cabanas en una imagen de archivo.

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cristina fanjul | león
León

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Editada por Eolas y con ilustraciones de Silvia Álvarez, Ángeles, detectives y otros fracasados , del escritor y columnista de este periódico Miguel Paz Cabanas, es un canto de sirena en el que la música de la nostalgia aventura al lector en una galería de vidas inconclusas.

—Tu primer cuento, el del ángel, me ha parecido una fusión entre ‘El inmortal’ de Borges y ‘Tan lejos, tan cerca’, de Wenders.

—Es un cuento borgiano, teñido sin duda de influencias cinematográficas, pero creo que con un personaje que se mueve en unas coordenadas más siniestras y fantásticas que las que protagonizan los «ángeles» de Wenders.

—¿Cómo realizaste la lista de fracasados?

—Todos esos personajes se me han ido apareciendo a lo largo de los últimos años, a veces de forma inesperada, a través de conocidos, o de historias que captaba en un periódico o en la calle y que me llamaban poderosamente la atención.

—Ponme algún ejemplo de esos personajes que se te han ido apareciendo...

—Si he de nombrar a uno en especial ese es Pasoslargos. Siempre he considerado Babia como un territorio mítico y desde crío me he dejado empapar por la maravillosa y furtiva literatura oral que impregna las conversaciones de los babianos. De ese hombre, que existió sin llegar yo a conocerlo y con otro apodo, había oído hablar multitud de veces, pero no fue hasta que se cruzó en mi camino otro personaje de esas tierras (una especie de indiano sin gloria que había viajado por el Paraguay) que comprendí que, de alguna forma, mi memoria los vinculaba a los dos y los convertía en un única leyenda.

—¿Por qué vertiente del fracaso has apostado en el libro?

—Pretendo abordarlo no como contrapunto del éxito sino desde la existencia de seres incapaces de integrarse en la normalidad, que viven instalados en una «epifanía del fracaso», que los aboca a caminar por el lado más oscuro y más vulnerable de la vida.

—Explícame un poco lo de la epifanía del fracaso, porque creo que hay personas que por su circunstancia genética, familiar y la propia experiencia están destinadas a fracasar, si bien son triunfadores. Creo que están moldeados para que su vida esté envuelta en ese sentimiento nostálgico.

—No soy escritor de citas, pero siempre me acuerdo de una frase de Melville en Moby Dick , que lo expresa de modo sublime, cuando habla del «sello de la tristeza que acompaña siempre a los hombres». Esa tristeza es una revelación y una forma de nostalgia, como tú la llamas, inexorable, amarga, pero también purificadora. Donde mejor ha sido retratada es en el cine, con historias de tipos que arrastran con una dignidad extraña una tristeza innombrable. El ejemplo más reciente, por cierto, se encuentra en el maravilloso filme canadiense El profesor Lazhar.

—En cuanto al personaje de Pasoslargos... ¿Tiene algún tipo de relación el nombre del protagonista de la historia con el estilo del relato, casi sin puntuación?

—Creo que no... aunque no lo negaría con rotundidad, por esas cosas que tiene el inconsciente.

—El cuento más pesimista de todos es ‘El olor de los árboles’. ¿Somos un esfuerzo inútil?

—Sin duda alguna... somos el más inútil y hermoso de los esfuerzos.

—¿Te consideras un integrante de la ‘troupe’ que has descrito en el libro?

—El libro, en su contraportada, se cierra con un poema que es una síntesis de todos los relatos y en él confieso abiertamente que, más que un integrante, soy todos los personajes que desfilan por el teatro de la narración.

—¿Cuál crees que será tu último pensamiento?

—Creo que lo contrario que le atribuyen a Goethe, aquello de «luz, más luz» (que a mí me suena a problemas con la factura de la compañía eléctrica)... probablemente piense algo como «por fin llega la oscuridad».

—Dicen que todos los escritores son fracasados. Truman Capote decía que el talento era un látigo con el que se fustigaba. ¿La clarividencia es una carga?

—El poco o mucho talento con el que he venido al mundo y que me permite expresar con palabras escritas mis emociones, tiene mucho de condena agridulce, de autoflagelación. Creo que ya se ha dicho antes: los escritores escriben porque no saben vivir, y en ese sentido son la representación más rotunda y exquisita del fracaso.

—¿Cuáles de todas las historias hablan más de ti?

—Me tomo la licencia de citar dos: En un sentido existencial, La versión de Lucifer. .. y en un plano más íntimo, El olor de los árboles.

Lugar: Palacio del Conde Luna.

Hora: 20.00.