Diario de León

Salvan los frescos que Vela Zanetti pintó para el sanguinario Trujillo

Los 22 murales de la catedral de San Cristóbal son su obra cumbre en la República Dominicana.

Mural de la muerte de San Agustín, en la catedral de San Cristóbal, donde Vela Zanetti se autorretrató y también a varios amigos.

Mural de la muerte de San Agustín, en la catedral de San Cristóbal, donde Vela Zanetti se autorretrató y también a varios amigos.

León

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La República Dominica ha salvado los murales que el ‘leonés’ Vela Zanetti pintó para la catedral del dictador Trujillo, uno de los más sanguinarios del siglo XX. La iglesia de Nuestra Señora de la Consolación está enteramente decorada con escenas bíblicas, obra del artista de Milagros. El gobierno dominicano ha invertido más de 200.000 euros en restaurar las pinturas, que estaban gravemente amenazadas por la humedad.

La iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, erigida por Rafael Leónidas Trujillo en San Cristóbal, su localidad natal, para que sirviera de mausoleo familiar –al estilo de panteones reales como el de San Isidoro o El Escorial-, está revestida por las pinturas que relatan la vida de Jesús, desde la huida a Egipto hasta el momento en que camina sobre las aguas del mar de Galilea o la oración del huerto y el beso de Judas…, en las que el artista ‘camufló’ su rostro y el de algunos amigos entre los personajes que pueblan las paredes del templo.

En la iglesia, conocida también como ‘La citadina de América’, Vela Zanetti pintó 22 frescos en las naves y el crucero, dos en presbiterio y coro, además de la cúpula y el tambor. José Vela Zanetti, que vive su primera infancia en León, cuando su padre, un veterinario republicano se traslada a esta ciudad, se ve obligado a exiliarse a la República Dominica en 1939. Huyendo de la dictadura del general Franco, acabará bajo el yugo de otro dictador, el general Trujillo, que gobierna en la República Dominicana con puño de hierro hasta 1960.

El exilio dominicano

Los primeros años del destierro, sin abandonar la creación, Vela Zanetti sobrevive en el país caribeño como pintor de brocha gorda. Nueve años antes, en 1931, había realizado su primera exposición en el Palacio de los Guzmanes, sede de la Diputación, que le concede una beca para estudiar en Italia. No será hasta una década después de su llegada a la República Dominicana cuando culmine las pinturas de la catedral de San Cristóbal. Vela Zanetti, becado en los años cincuenta por la Fundación Guggenheim, que le permite viajar a Nueva York donde llevará a cabo el célebre mural de las Naciones Unidas, dejó en la República Dominicana 87 murales. El agustino recoleto Miguel Ángel Ciáurriz acaba de publicar un libro en el que pone en valor los murales de Vela Zanetti en la catedral de Trujillo, la misión más antigua de esta comunidad de frailes, que se asientan en el país en 1927. Las súplicas de los dominicos, que llevaban años denunciando filtraciones de agua que ponían en peligro los murales de Vela Zanetti, se vieron finalmente atendidas. Ahora, tras la inversión del gobierno dominicano, las pinturas están a salvo.

El pintor, precisamente en agradecimiento a la ayuda que le prestaron los frailes, pintó en la iglesia un mural que representa a San Agustín en su lecho de muerte y revestido de ornamentos episcopales, rodeado por un coro de frailes. En 1941 a Vela Zanetti le encargan el mural de una iglesia de Puerto Rico, que fue un sonado fracaso. De regreso a la República Dominicana, pintó varios paneles para la logia masónica Cuna de América, que hoy son los frescos más antiguos que se conservan en América del artista. En 1944 el Gobierno dominicano le encomienda un mural para el Consejo Administrativo. Se han terminado los tiempos de penurias y a Vela Zanetti le sobra trabajo. Su consagración le llega con los dos murales que realiza en el vestíbulo del Palacio de Justicia, a los que seguirían otros la Facultad de Medicina, en el Banco de Reservas, en la Facultad de Odontología…

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