El invento del maligno
Aris dio el golpe
Sigue Gran hermano fuera de Guadalix, que esa es la mayor aspiración de muchos concursantes desde que supieron que rascarse y hacer edredoning en la tele era un negocio más rentable que deslomarse ocho horas al día.
Mientras Noemí decide si demanda o no al programa por maltrato psicológico, Aris logra por fin su ansiado minuto de gloria. Quería una silla en Sálvame y ha salido en el telediario. Le han arrestado por su presunta implicación en una red de atracadores y su supuesta participación en el golpe a un bingo (se llevaron 120.000 euros), y ahora todo el mundo ve con otros ojos la generosa donación de 70.000 euros que hizo a la Cruz Roja para poder entrar en el programa. Entonces sólo le faltaba que le pusieran un arito dorado sobre la cabeza y una alas. Había llegado a Guadalix un ángel. Pero bastó una semana para que compañeros y espectadores le echaran (mucho teatro con lo del perro y muy poca vista al enfrentarse a Pepe, ganador desde que entró en la casa) y Mercedes Milá le pusiera de ‘abrazafarolas’ para arriba en el plató. Si eso fuera lo peor...
Y amenazando el recién adquirido protagonismo de Aris, Aída Nízar, incombustible no sé cuántos años después de su también efímera participación en Gran hermano. Aída ha liado una gorda en un barrio de Sevilla, donde una comunidad de familias que atraviesa serias dificultades económicas ha ocupado un edificio. La ex gran hermana, reconvertida en periodistilla, fue a hacer un reportaje, pero se excedió en su papel. Denuncian los vecinos en una nota de prensa que de las preguntas pasó a llamarles sinverüenzas y que se metió en la casa a empujones y llevándose un carrito de bebé por delante. La otra versión, la contraria, la contará Aída en cualquier plató por un módico precio. Presumen en Gran hermano de tener un equipo de psicólogos fantástico, de que los concursantes tienen un coeficiente intelectual por encima de la media y de que evitan a personas conflictivas o muy vulnerables, que no sepan manejar las situaciones extremas a las que conduce a veces el encierro prolongado. Pues está claro que algo se les pasó por alto.