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El humano más antiguo, de León

El CSIC revela que el genoma del hombre de Arintero tiene más de siete mil años de antigüedad.

Imagen del estado de uno de los individuos en la cueva de La Braña.

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c. fanjul/e. gancedo | león
León

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El genoma de los dos individuos hallados en la cueva de Arintero ha demostrado que vivieron durante el Mesolítico, hace siete mil años, lo que les convierte en los más antiguos de la Prehistoria, superando a Ötzi, ‘El Hombre de Hielo’, en 1.700 años.

Un equipo de científicos dirigido por el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Carles Lalueza-Fox ha recuperado parte del genoma de estos dos individuos cazadores-recolectores cuyos cuerpos aparecieron en el yacimiento de La Braña-Arintero, en Valdelugueros.

Se resuelve de esta manera la incógnita surgida en el 2006 que comenzó cuando un grupo de espeleólogos leoneses (Alberto, Camino, Chiqui, Roberto y Beni) descubrieron los cuerpos de dos individuos cuyo valor antropológico ya se adivinaba sobresaliente. Y es que, como se demostró poco tiempo después, el lugar constituía la primera evidencia funeraria en la vertiente meridional de la Cordillera, la que mira hacia la Cuenca del Duero, lo que cambiaba la perspectiva acerca del supuesto vacío de restos humanos entre el Paleolítico superior y la aparición de los primeros grupos sedentarios en el Neolítico.

En la cueva de La Braña había dos varones que murieron con una franja de edad comprendida entre los 35 y los 40 años. Ambos individuos se parecían y tenían rasgos suaves y no muy robustos. Además, no eran excesivamente altos. Medían 1,66 y 1,63 centímetros y prácticamente no les faltaba ningún hueso.

Los resultados del estudio, publicados en la revista Current Biology y recogidos por la agencia Sinc , señalan que las poblaciones ibéricas actuales no proceden genéticamente de esos grupos. El Mesolítico, enmarcado entre el Paleolítico y el Neolítico, se caracteriza por la llegada de la agricultura, procedente del Próximo Oriente.

Con el norte de Europa

Los datos genómicos muestran que no están directamente relacionados con las poblaciones actuales de la Península Ibérica. Los ibéricos del Mesolítico se hallaban más cerca de las poblaciones actuales del norte de Europa, que podrían haber asimilado parte del legado genético de estos cazadores-recolectores. Precisamente, los análisis de entesopatías realizados demuestran que ambos habrían pasado gran parte de su tiempo en cuclillas o arrodillados, una postura que podrían haber adoptado para la fabricación de utensilios con los que cazar y recolectar.

Los investigadores han recuperado, asimismo, el genoma mitocondrial completo de uno de los individuos, con el que se ha determinado que durante el Mesolítico las poblaciones europeas eran muy uniformes genéticamente. «Estos cazadores-recolectores compartían hábitos nómadas y tenían un origen común. A pesar de su distancia geográfica, individuos de las regiones que corresponden en la actualidad a Inglaterra, Alemania, Lituania, Polonia y España, compartían el mismo linaje mitocondrial», detalla Carles Lalueza-Fox. «Hasta el momento, sólo disponíamos de un genoma de la prehistoria europea, el de Ötzi, del Neolítico. Su momia, perteneciente a un hombre que vivió hace 5.300 años, fue descubierta en los Alpes del Tirol, en la frontera entre Austria e Italia. La Braña-Arintero ofrece una oportunidad única de obtener genomas anteriores al Neolítico», destaca el investigador del CSIC.

Según Lalueza-Fox, este es un primer resultado, ya que la intención del equipo es recuperar el genoma completo de estos individuos y compararlo con el del ser humano moderno. «La llegada del Neolítico comportó un reemplazamiento de poblaciones y pudo provocar cambios genéticos en genes asociados a nuevas enfermedades infecciosas y en genes metabólicos ligados a los cambios en la dieta, por lo que la información que aporte ese genoma será muy importante», indica.