«¡Oye!, ¡aquí hay un fiambre!»
Amador González, ‘Txiki’, el descubridor de los restos humanos que han dado la vuelta al mundo, pide que sirvan para dar a conocer y potenciar todo Valdelugueros .
Son muchas horas de vuelo espeleológico las que lleva a sus espaldas Amador González, más conocido como Txiki en todo un valle, el de Valdelugueros, donde es célebre y muy apreciado. Él fue quien, junto a cuatro grandes amantes de la espeleología, descubrió, el 19 de octubre de 2006, unos restos humanos que estos días están dando la vuelta al mundo al haber dictaminado el CSIC que su genoma es el más antiguo descifrado hasta la fecha: estos dos individuos vivieron en la montaña leonesa hace siete milenios, ‘ganando’ en 1.700 años al alpino Ötzi, el llamado ‘hombre de los hielos’.
Txiki , que nació y vive en el pueblo de Redilluera, en plena naturaleza, cuenta cómo tuvo lugar aquel hallazgo. Este hombre fibroso e independiente ha recorrido cientos de kilómetros de simas y galerías en toda la cordillera cantábrica y especialmente en la Montaña Central leonesa, espectacularmente rica en cavidades naturales —no sólo está Valporquero, también las de Llamazares, Tibigracias, El Fondillo, El Arenal, etc...—, y llevaba tiempo detrás de una, ubicada en término de Arintero pero con entrada por la aldea de La Braña, de muy difícil acceso. Intentó penetrar por cuatro sitios diferentes, sin encontrar nada de interés, hasta que un día lluvioso, en compañía de Roberto Alonso, Benita Martín, Alberto Cifuentes y Camino González, se dio cuenta de que la cavidad continuaba y se hacía más profunda («había un agujero que soplaba») y descendieron una estrecha galería vertical hasta que el primero de ellos, de forma bien gráfica, dio la voz de alarma: «¡Aquí hay un fiambre!». «¡Mira a ver si tiene las cejas gordas!», le respondió Txiki en referencia al arco superciliar muy desarrollado que caracteriza a algunos hombres prehistóricos, previendo quizá que se tratara de un neandertal. Después lo pusieron en conocimiento de los medios de comunicación y del Gobierno autonómico, y se acercaron también unos excursionistas que por desgracia modificaron la disposición de algunos huesos. El arqueólogo de la Junta, Julio Vidal —uno de los firmantes del estudio dado a conocer estos días—, acudió a la zona dos meses después para someter a los huesos a análisis profundos. Finalmente, los esqueletos quedaron expuestos en el Museo de León, donde permanecen en la actualidad.
Txiki , que guarda cuidadosamente cuanta información se publica sobre Braña I y Braña II (sus nombres técnicos) y Ataúlfo y Wenceslao (como han sido bautizados por sus descubridores) valora muy positivamente el proyecto del alcalde de Valdelugueros de crear un aula didáctica o centro de interpretación sobre este hombre prehistórico. «Puede ayudar a dar a conocer todo el potencial del valle, que es inmenso», reflexiona con su habitual calma, al tiempo que hace ver otro detalle que, a su juicio, se les ‘pasó’ a los expertos: «Había restos de madera carbonizada, de las teas que aquellos hombres emplearon para acceder a la cueva», indicios que a Amador le mueven a pensar que, en realidad, la presencia de ambos hombres en la cueva «no responde a un enterramiento». Para él, el fuerte traumatismo que presenta uno habla de «un accidente»: «Uno se cayó y el otro a lo mejor se quedó sin fuego, además, uno de ellos presentaba las piernas colgando sobre el pozo vertical, en una postura muy extraña». La inaccesibilidad del lugar es también relativa para Txiki : «Es posible subir o bajar por la galería con pies y manos, sobre todo teniendo en cuenta la habilidad que tenían que tener aquellos hombres», opina.
Coleccionista de fósiles y tallador de madera, Txiki conoce la localización de otros restos de animales y plantas prehistóricas que también pueden dar que hablar en el futuro.