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El Códice se ocultó en un maletero

El vehículo del electricista, grabado tras el robo, sirvió de escondite toda una tarde.

El presidente del Gobierno entrega el Códice Calixtino al arzobispo de Santiago de Compostela.

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EFE | SANTIAGO DE COMPOSTELA

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El electricista Manuel Fernández Castiñeiras confesó antes de pasar a disposición judicial que había guardado el Códice Calixtino en el maletero de su viejo Xantia una tarde entera.

«Sí, fui yo quien robó el libro. Me lo llevé el 4 de julio del año pasado, sobre las 12 de la mañana», contó a los investigadores el pasado 5 de julio este antiguo empleado de la Catedral, que prestó sus servicios como autónomo hasta 2005 en el templo compostelano.

Horas antes de ser interrogado por el juez instructor, este técnico relató que había ido a misa y que accedió a esta estancia del archivo con las llaves que él tenía, hasta llegar al manuscrito del siglo XII envuelto en un paño rojo, informa la misma fuente.

Después, y tras tomarse un café y dar su habitual paseo, el electricista comió con su mujer y a última hora del día acudió al garaje de Milladoiro (A Coruña) en el que había dejado aparcado su viejo automóvil, de color verde, para sacar esta obra y trasladarla.

Una cámara grabó el robo

La comisión judicial lo localizó el pasado miércoles en una plaza de aparcamiento cerrada, que hacía las veces de trastero, propiedad de Castiñeiras y ubicada también en Milladoiro.

Este libro de un valor incalculable estaba envuelto en papeles de periódicos y bolsas, dentro de una caja de cartón.

Una cámara grabó al presunto autor material de la desaparición de este documento saliendo de la basílica 4 de julio y ataviado con un abrigo. En las imágenes captadas se aprecia “una especie de bulto”, que solamente empezó a tomar sentido cuando las sospechas se centraron en «Manolo», como se le conoce.

Al cuestionario del magistrado gallego José Antonio Vázquez Taín, el pasado día 6, el supuesto autor de la desaparición de esta joya histórica contestó con menos locuacidad, y más evasivas: «No sé», «quizás», «depende», fueron sus respuestas más repetidas.

Castiñeiras relató, según ha apuntado esta fuente, que las llaves se las habían proporcionado «los que mandaban allí», que en la Catedral «se dedicaba a robar todo el mundo» y que él se había enterado de esto «por rumores». También que si había un Año Jacobeo, él sabía que «había menos control» sobre los donativos y ofrendas que entraban, «que eran muchas».

Asimismo, se esforzó por hacer ver que él era un «aldeano», un «pobre hombre».

En el domicilio de Castiñeiras, los agentes intervinieron tres libros contables en los que este electricista habría marcado con fechas y cantidades cada uno de sus saqueos. Es en 2004 cuando empezó a coger cantidades importantes de dinero.

Castiñeiras, su mujer Remedios Nieto, y su hijo, Jesús Fernández Nieto, están encarcelados en la prisión coruñesa de Teixeiro, sin intención de colaborar en la investigación.