Diario de León

Juan Méjica ‘asedia’ el Auditorio

El ‘Leonardo de Navia’ llena el interior y el exterior del edificio con sus obras.

El artista Juan Méjica durante la inauguración de su exposición ayer en el Auditorio y una imagen de una de las salas donde se expone su obra.

El artista Juan Méjica durante la inauguración de su exposición ayer en el Auditorio y una imagen de una de las salas donde se expone su obra.

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paula de la pisa | león
León

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El polifacético artista asturiano Juan Méjica, conocido como ‘El Leonardo de Navia’, inauguró ayer en la sala de exposiciones del Auditorio de León la muestra Iconografía para una personalidad contemporánea, que presenta lienzos y esculturas en metal, hormigón y cerámica, y que podrá visitarse hasta finales de este mes.

La exposición del interior se complementa en el exterior del edificio con un conjunto de gigantes metálicos que han ‘tomado’ la calle en Eras de Renueva. Méjica, que es además profesor de Derecho Civil de la Universidad de Oviedo, geógrafo y próximamente médico, duerme poco por considerarlo una pérdida de tiempo.

«Yo me considero esencialmente español y siento mi herencia desde los maestros de las cuevas de Altamira hasta Goya y Picasso», declara Méjica, que intenta transmitir este ‘legado’ a su creación.

Cuatro caminos

La casi treintena de piezas contenidas en el Auditorio se agrupan en cuatro líneas artísticas distintas, pero complementarias, que han sido creadas por Méjica de forma paralela. Una primera fase neocubista, en la que el artista ve una recuperación del estilo de Picasso. «Antes el cubismo era estático y se basaba en los bodegones. Yo he recuperado su carácter, pero le he añadido tanto el movimiento tomado de los futuristas e inspirado en los barcos del puerto asturiano de Navia, como un elemento de azar sacado del surrealismo para llegar a este nuevo neocubismo», explica el artista.

La segunda línea sería el Ojocentrismo, que su autor define como «una visión de la tradición española, donde el hombre y la cultura rural son el centro de todas las cosas, según reflejan las pinturas de Velázquez y Zurbarán». En ellas predominan las formas organicistas que dibujan lo que parecen ser grandes ojos que observan al espectador desde el lienzo.

El siguiente grupo se aunaría bajo el título de Prehistórico, en el cual se declara a sí mismo «en busca del encuentro con mis ancestros que pintaban en las cuevas».

Por último, Méjica presenta el grupo Tierras de España, en el cual se plasman los paisajes peninsulares en el lienzo y en el metal. «Me interesan las tierras de España y me siento por ello en cierto modo ligado a Ortega y Gasset, que también amó sus llanos y sus montañas», comenta el creador. Ambas series se mezclan entre la abstracción y la figuración más popular que identifica a la sociedad española.

La exposición es una constante búsqueda de técnicas novedosas. Méjica usa desde celulosa procedente de la fábrica de Navia como lienzo para sus ojos en blanco y negro, hasta hierro salido de los altos hornos asturianos, pasando por el hormigón. Sus caballos, calabazas y flores parecen tótems salidos del mundo del hombre prehistórico, mientras que sus barcos y puertos dan fe de ese nuevo mundo cambiante, lleno de movimiento e imparable.

La tauromaquia

El mundo del toro, símbolo internacional de la personalidad española, ha sido la excusa perfecta para casi 300 de sus obras, de las cuales algunas llegan ahora a la ciudad. Para Méjica el toro «forma parte fundamental de la cultura española desde la prehistoria hasta la actualidad» a la cual no se siente capaz de renunciar.

«Reniego del arte internacional porque pienso que cada lugar debe mantener su propia personalidad y su tradición, de manera que el arte que proceda de ese lugar tiene que mantener su esencia», declara Méjica. «El arte es magia y sangre, lo que significa identidad», todo lo que se ve reunido en el mundo de la tauromaquia.

Juan Méjica intenta llevar a cabo un arte que combine materiales e investigue opciones sin por ello renunciar a que sea asequible y comprensible por el público. Su imaginería es ante todo popular, basada en grandes símbolos reconocidos por todos como son los caballos, los toros y el árbol sagrado de los celtas.

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