Diario de León
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Dientes, dedos, huesos, vestidos… Cualquier parte de la anatomía de un santo o de un mártir es motivo de adoración. San Isidoro custodia más de 2.500 reliquias sagradas, las más insignes en la torre, donde no llegan las visitas. Durante siglos el prestigio de una iglesia se medía por la cantidad y el valor de las reliquias que pudiera atesorar.

Los reyes leoneses Fernando I y Sancha se hicieron con la mandíbula de san Juan Bautista. Ya en el año 956 Sancho I El Gordo quiere construir un templo para albergar las reliquias de Pelayo, el niño martirizado en Córdoba en el año 925, cuya fama se extendió por toda la cristiandad. Será su hermana Elvira la que traslade a León desde la capital cordobesa los restos del joven Pelayo. Hasta el siglo XVI existió un auténtico «tráfico» de reliquias. La colegiata conserva hoy desde la mandíbula de San Juan el Bautista a la encina bajo la que oraba Abraham, según citan los textos bíblicos; así como el cuerpo de Santo Martino y, por separado, su mano —metida en un relicario plateresco que primeramente fue custodia del Santísimo y que se guarda en la torre, de donde se saca a besar cada 12 de enero, fecha en que murió—; también tiene uno de los «miles» de pedazos de la lignum crucis (cruz de Cristo) que circulan por el mundo; o huesos de apóstoles. El trozo de la santa cruz se guarda en un relicario del siglo XII que le regalaron a Doña Sancha.

Santo Martino fue un gran recopilador de reliquias. Reunió tantas que grabó la lista en el año de 1191 en la puerta de la capilla que hoy lleva su nombre. En latín y con una preciosa caligrafía dice: «Aquí está la lista de reliquias que he escondido en el altar de la capilla de San Salvador....» y da cuenta de las reliquias de los apóstoles Pedro y Pablo, san Vicente Levite y las santas Inés, Dorotea y Engracia, entre otros. Más importantes que las reliquias, cuyo valor es únicamente religioso y, en todo caso histórico, son los cofres, cálices, cajas y hasta bustos que las preservan. Auténticas joyas de arte. Cofres decorados con oro, plata o marfiles, cuyas llaves y cerraduras son igualmente de un valor excepcional.

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