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El claustro de Palamós es una recreación con elementos del XII

La comisión de expertos dictamina, sin unanimidad, que el atrio no es románico.

El historiador leonés Gerardo Boto, durante su visita al claustro de Palamós.

León

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El ‘veredicto’ sobre la autenticidad del claustro románico localizado en una finca de Palamós tiene muchos cabos sueltos. La comisión de expertos nombrada por la Generalitat de Cataluña dictamina que el atrio de la finca de Mas del Vent, propiedad de una de las mayores fortunas de Europa -los Hengelhorn-, «es una recreación historicista construida en el primer tercio del siglo XX y no un claustro románico del siglo XII», según desveló ayer el conseller de Cultura, Ferrán Mascarell, en declaraciones a la agencia Efe.

Sin embargo, los mismos técnicos reconocen que «hay un cierto número de piezas artísticas y elementos propiamente románicos», sin aclarar cuántos. El director del grupo de expertos ha reconocido que «hay algunas piezas románicas del siglo XII o XIII, pero no son excesivamente relevantes porque no son elementos escultóricos, sino constructivos». Los expertos, entre los que no hay ningún especialista en románico castellano, curiosamente, aconsejan al Ayuntamiento de Palamós que declare Bien de Interés Local este conjunto arquitectónico, para asegurar su conservación y estudio.

El principal argumento de los técnicos para descartar que el claustro es románico es una cuestión de forma: «Es extremadamente regular, algo inusual en la Edad Media, en la que las construcciones se adaptaban a estructuras preexistentes». El historiador leonés Gerardo Boto, ‘descubridor’ del claustro, asegura que también son perfectamente regulares los claustros de los monasterios de Aguilar de Campoo y Moreruela. Boto llama la atención sobre la falta de consenso entre el comité de expertos. «El único que sabe de erosión de piedras, el geólogo, ha dicho que las de Palamós son medievales».

Al historiador leonés le resulta difícil creer que si el claustro es una invención, los elementos antiguos encajen en él a la perfección. «Se diría que todo lo nuevo se concibió para encajar en lo antiguo». Siguiendo el razonamiento, puesto que el claustro es de dimensiones insólitas, «esas dimensiones vienen determinadas por las piezas antiguas». La conclusión: «O hay más elementos antiguos de los que dicen o no hay ninguno». Lo que no resulta verosímil, en opinión de Boto, «es que hagan un gran claustro para adaptar sólo unas pocas piezas antiguas. Ni siquiera compensa desde el punto de vista comercial».

Para los expertos designados por la Generalitat el claustro no es auténtico porque «algunas esculturas son copias reinterpretadas de piezas de Santo Domingo de Silos y la reinterpretación desvela su falta de correspondencia estilística», sin tener en cuenta que todo el románico tiene elementos comunes y repetitivos o, como dice Boto, «ya en Roma se copiaban obras griegas». Según Boto, «aunque fuera neorrománico habría que protegerlo, porque habla de un período en el que el mercado se proveía de antigüedades». Y se pregunta si se puede considerar auténtico, siguiendo las tesis de los expertos de la Generalitat, el pabellón que Mies Van der Rohe construyó para la Exposición Universal de 1929, destruido en los años 30 y reconstruido en los 80. Además, «lo que está en juego es el valor moral, puesto que se hizo de forma supuestamente fraudulenta y clandestina».

La Generalitat ha confirmado que el claustro de Palamós fue trasladado en 1958 piedra a piedra desde Ciudad Lineal, donde estaba desde que en el año 1931 fue montado por el anticuario zamorano Ignacio Martínez.

«Parece que el claustro llegó a Ciudad Lineal procedente de otro lugar, pero no sabemos dónde estaba antes», afirman los responsables del informe. Como colofón, el director general de Arquitectura de la Generalitat, Eduard Riu, añade que el claustro de Palamós «no era desconocido como algunos defienden» sino que «grandes expertos en la materia lo habían visitado durante el siglo XX sin considerarlo relevante». Sin embargo, vecinos de la localidad han asegurado que nadie de Palamós conocía su existencia.