Diario de León

Larga vida al rock en vivo

Los locales de música en directo intentan sobrevivir a la crisis con diversos métodos, unos optan por subir precios y otros por abaratarlos, e incluso aumentan la oferta.

Actuación del grupo The Brew en la sala La Vaca de Ponferrada.

Actuación del grupo The Brew en la sala La Vaca de Ponferrada.

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diego álvarez | león
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«Nos encontramos ahora mismo en una situación difícil para el disfrute de la música en vivo, tanto para el público como para las propias salas». Son declaraciones de César Corral, encargado del departamento de contratacion de sala y espectáculos de la sala ponferradina La Vaca sobre cómo afecta la crisis a los espacios de música en directo, problema que cada local afronta de una manera diferente

Según Corral, «la situación ha repercutido gravemente en el precio de las entradas, que se han visto reducidas en torno a un 25%, y al que se debe llegar según un acuerdo mutuo entre la sala y el grupo». «Actualmente las propias bandas también han bajado su caché», añade. Sin embargo, y a pesar de todo, afirma que intentan mantener la misma oferta de actuaciones y fiestas de dj’s, que rondan las 60 actuaciones para la temporada otoño-invierno.

Coincidiendo con César Corral en cuanto a la reducción de los cachés de los propios grupos, Jorge Mateos, propietario de la Sala Tararí de Ponferrada, afirma atravesar un «terrible bajón». «Intentamos mantener una programación estable, pero a cambio quitamos servicios a los grupos» dice, refiriéndose al pago por su parte de los hoteles para que puedan quedarse a dormir en la ciudad después del concierto. «Los grupos vienen, tocan, y se vuelven a casa», apunta. En la Sala Tararí se programan en total más de 90 conciertos al mes, entre bandas contratadas y la propia banda Tararí, que actúa todos los jueves en el local, donde el 90% de los conciertos son de entrada libre para aquellos grupos de caché pequeño. «Creo que no he vivido otra como ésta», exclama Jorge Mateos referiéndose a la crisis.

Juan Pablo Chamorro, encargado de la Taberna Belfast de Santa María del Páramo, cuenta que su proyecto de sala con programación continuada arrancó en el año 2007, en plena «burbuja inmobiliaria» y que desde entonces —ya en crisis— no se han guiado por ella para la programación de sus conciertos, sino que han querido tener un critero propio. Comenzaron con conciertos gratuitos y grupos de la zona, pero en tres años empezaron a traer grupos internacionales. «Intentamos aguantar programando una media entre dos y tres conciertos al mes», afirma, admitiendo que han apostado por incrementar el precio de las entradas a cambio de mejores conciertos, pero sin abusar; «intentamos que la gente no sufra», añade. Chamorro asegura que lo que busca es satisfacer y dar disfrute, «la crisis nos hizo mirar hacia adelante y hacer lo que nos gusta». Actualmente, gracias a la contratación de grupos con giras internacionales, explica que viene más gente que hace tres años a su local, en el que apenas entran 100 personas y las entradas oscilan entre 8 y 10 euros, dependiendo del grupo, aunque hay algunos conciertos que son gratuitos.

La Taberna Belfast organiza además el Festival Tierra Lunar, que este año llega a su cuarta edición y que se desarrollará durante los días 31 de agosto y 1 de septiembre. Es este, pues, un aire fresco a su barco para evitar llegar a la deriva, una iniciativa, a fin de cuentas, para mantenerse a pie del cañón.

El Gran Café, una de las salas más conocidas de la capital leonesa, apuesta por abaratar la entrada y aumentar el número de conciertos con la intención de mantenerse. «Habrá que seguir», dice Guillermo Mateo, programador de conciertos de esta sala, aunque se muestra reticente ante la subida del IVA que entrará en vigor el próximo mes de septiembre. Por otro lado, El Gran Café, desde hace siete años, apuesta fuerte con las jam session que tienen lugar todos los martes a partir de las 22.30. «Es una iniciativa que tira mucho a los jóvenes y donde hay mucha participación», comenta Mateo ilusionado, puesto que el negocio en el que se encuentra trabajando lleva programando conciertos desde hace 22 años. «A veces tenemos más conciertos y otras menos, pero actualmente apostamos por realizar más actuaciones», reitera.

El paisaje musical está dificil, tanto para el público como para las salas, e incluso para los propios músicos, pero la conclusión común para todos ellos es poder seguir con lo que les gusta, disfrutar de la música e intentar solventar la crisis de la mejor forma posible, aunque cada uno con sus propios métodos, pero siempre con un fin común.

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