«No superas una tragedia como la crisis hasta que no te ríes de ella»

—Muchos te han descrito como un artista ‘polipatético’, pero tú, ¿cómo te definirías?

—Esa es una definición bastante completa. He tocado todo tipo de campos y lo he intentado hacer todo lo mal que puedo. Me gusta ser aprendiz de todo, porque las cosas siempre se pueden hacer mejor.

—¿Dónde te has sentido o te sientes más cómodo trabajando, o dónde disfrutas más?

—Me gustan todos los campos, pero en cuanto a disfrutar, disfruto más subido a un escenario. El escenario nos da inmediatez, podemos interactuar con el público, ver sus reacciones y comprobar el resultado de nuestro trabajo en directo. Además, en un escenario no hay tiempo para nada más. En cambio, en el cine no ves tu trabajo hasta un año y medio después por el tema de la postproducción y no puedes controlar el resultado final. De todos modos, al final es bueno oxigenarse haciendo varias cosas. Como decía Fernando Fernán Gómez, «a los actores nos pagan por esperar».

—¿Cómo llegaste al mundo del humor?

­­—Llegué de manera completamente accidental. No creo que nadie se plantee dedicarse a esto, de hecho es probable que si llego a pensarlo, no me hubiera plantado sobre un escenario. Empecé en el teatro gestual. Fui a ver un espectáculo y me dieron la oportunidad de actuar. Tuve mucha suerte porque en ese momento me salió la chispa, lo probé y funcionó. Hubo magia con el público y funcionó muy bien. Pero me daba pavor, de hecho repito que si lo hubiera pensado lo más seguro es que no lo hubiera hecho.

—¿Crees qué el humor es necesario en tiempos de crisis?

—Creo que para superar una tragedia es muy importante el humor. No superas una tragedia hasta que no te ríes de ella. Tenemos que saber reírnos de todo y en este sentido creo que estamos llevando la crisis con bastante humor. Si llevamos la indignación a través del humor será un handicap, un medio de salvación.

—¿Tienes amigos dentro de la profesión?

—Tengo muy buenos amigos dentro de la profesión, pero intento no relacionarme demasiado con ellos para que mi salud mental no se vea afectada. Son muy buenos profesionales y muy buenos amigos, pero también tengo amigos fuera del mundo del espectáculo: es un mundo muy endogámico.

—¿Alguna anécdota curiosa que puedas contar?

—Tengo muchas anécdotas curiosas. Pero quizás una de las más peculiares es aquella en la que sentí ‘mariposas en el estómago’. Y no me refiero al sentimiento amoroso, sino más bien a un ‘remordimiento estomacal’, que me ha pasado hasta puntos extremos. Recuerdo ocasiones en las que mi nombre ya sonaba junto con la melodía de introducción y yo, sentado en el trono real con muchísimos nervios, tenía que salir corriendo. No se lo deseo a nadie. Y también a la inversa, de estar en el escenario y ‘fundirte por dentro como el mercurio’. En la época del teatro gestual los compañeros nos hacíamos ‘putadas’, como echarnos una gota de laxante en la bebida. Era una locura.

—¿Tienes alguna manía antes de salir al escenario?

—Manías tengo muchas, pero no tengo ninguna en concreto antes de salir a escena. Lo único que hago es destensar los músculos de la cara para poder trabajar bien con ella y no balbucear, y poco más. También es importante destensar la espalda. Y por supuesto me gusta poder oírme, saber cómo voy a hablar, porque estoy un poco ‘teniente’ y a menudo me da por vocear.

—Para los próximos meses, ¿tienes pensado algún proyecto nuevo?

—Tengo nuevos proyectos y a finales de septiembre haré algo, lo que pasa es que aún no es del todo fijo. También sigo trabajando poniendo voz a personajes de animación: voces en off, doblajes... es una de las cosas que más me gusta. Además, si todo va bien, incluso haré en breve algo de teatro.