Diario de León

Francisco González Profesor de literatura

«La escisión entre las matemáticas y la literatura es un invento del XIX»

Con el libro ‘Esperando a Gödel’, el bañezano Francisco González aúna dos disciplinas aparentemente dan dispares como son la literatura y las matemáticas. «El lector se da cuenta de que, al final, son materias que no están tan separadas como parecen», afirma.

Francisco González es profesor en la Universidad de Oviedo.

Francisco González es profesor en la Universidad de Oviedo.

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Diego álvarez | león
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Francisco González, bañezano de adopción —en realidad nació en París— y profesor titular de Literatura Francesa en la Universidad de Oviedo, ha publicado recientemente el libro Esperando a Gödel. Literatura y matemáticas, un singular ensayo sobre los muchos e inesperados puntos en común que guardan ambas materias. González, además, ha publicado títulos como La scène originaire de Madame Bovary (1999) y Literatura francesa del siglo XX (2006).

—¿Cuáles son los motivos que le han impulsado para escribir este ensayo?

—Bueno, yo llevaba tiempo investigando sobre este tema. Concretamente existen escritores como Proust o Samuel Beckett, que cuando uno lee sus obras sabe que hay referencias concretas y constantes de la ciencia y muy particularmente a las matemáticas. Y entonces se me ocurrió la idea de hacer un libro donde se contase de alguna forma la historia de la literatura y la matemática.

—¿Cuál es la relación entre la literatura y las matemáticas que permitan su conjunción en un ensayo como éste?

—La separación entre las matemáticas y la literatura es un invento del siglo XIX que se produce en un momento concreto, en concreto en el transcurso del positivismo. Durante el Renacimiento los poetas, pintores y escultores están muy empapados de matemáticas y las utilizan constantemente tanto en poemas como en cuadros. Y es a partir del siglo XX cuando se empiezan a reconciliar. Hay una serie de escritores, curiosamente considerados de los más grandes o de los más clásicos de hoy en día, que están muy atentos a esas reflexiones, a esos cambios que se están produciendo en el ámbito de las matemáticas y tratan de entenderlo y de integrarlo en sus obras. Estoy hablando de autores como Dostoievski, Tolstói, Edgar Allan Poe y, de forma muy visible, Lewis Carroll que era matemático.

—¿Cuáles son las líneas que se han seguido para la elaboración de este trabajo?

— Bueno, las líneas han sido en muchos casos bastante intuitivas porque tampoco es que hubiese muchísima bibliografía entorno a este tema. Se puede decir que, desgraciadamente, lo que sí se sigue produciendo es la escisión entre las matemáticas y la literatura en el ámbito universitario, donde la gente que es de letras se ocupa de esa esfera y los que son de matemáticas de su campo. Curiosamente hay un movimiento de muchos matemáticos que se están interesando por la presencia de las matemáticas en la literatura. Yo lo que quería de alguna forma era mostrar que también se podía abordar desde la otra orilla.

—¿Cuál es la idea que puede sacar el lector a la hora de finalizar la lectura de este ensayo?

—El propósito, de alguna forma, era hacer que los matemáticos se acercasen al mundo de la literatura y que los amantes de la literatura se acercasen también al mundo de las matemáticas. Trato de explicar que tanto las intrigas novelísticas como los razonamientos matemáticos se pueden entender de la misma manera. La idea central es poner de manifiesto que la literatura no es lo que pensamos muchas veces que es, puro entretenimiento, si no que, al menos en sus obras maestras, es un objeto de reflexión, de interrogación sobre el mundo y sobre la propia identidad de los seres humanos. Y, por otro lado, las matemáticas tampoco son lo que pensamos popularmente que son. Es decir, no se trata simplemente de decir que dos más dos son cuatro, una verdad incuestionable. Gödel dice que puede darse el caso de que verdades como la anterior puedan ser verdades evidentes o incluso verdades intuitivas, o que no puedan ser demostradas con los instrumentos de las matemáticas. Es decir, las matemáticas no son la verdad tal y como la hemos entendido durante muchos siglos. La obviedad, frente a la afirmación anterior, se infringe cuando nos cuestionamos cuánto suman dos gotas de agua a otras dos, lo que trata de explicar el teorema de incompletitud de Gödel. A partir de este momento es cuando la literatura puede extraer diversos elementos, muy concretamente la novela policiaca. Existen, desde que Gödel hace su descubrimiento, muchísimas novelas policíacas que utilizan su teorema como estructura para sus propias tramas. La más famosa y la más célebre de los últimos años es la magnífica obra de Guillermo Martínez Los crímenes de Oxford. Toda su trama descansa sobre el teorema de Gödel. Cuando se aplica este teorema a las novelas, las tramas son abiertas, es decir, uno puede decir que «este» es el asesino pero nunca podrá demostrarlo. Esto es, se sabe quién es el asesino, el lector lo ha entendido, sin embargo, no hay ningún instrumento para poder demostrarlo, por lo que el asesino acaba libre de alguna forma. Y la idea es esa, el cruce entre estas disciplinas. Demostrar que estamos en un mundo que está mucho menos separado de lo que pensamos. Que existe siempre la posibilidad de establecer puentes entre una esfera y otra, incluso esas que parecen más alejadas entre sí. También pretendo hacer un viaje histórico para que cada uno pueda ver la evolución de la literatura a lo largo de los siglos XIX y XX, principalmente, y a la vez la evolución de las matemáticas en ese mismo periodo.

—¿A qué tipo de público va dirigido el libro?

—Yo lo concebí para un público de cultura media, es decir, que hubiese hecho unos estudios de bachillerato y creo que para cualquier persona que haya hecho esos estudios es un libro que pueda leerse. No es un libro difícil, no hay ninguna fórmula a lo largo de todas sus páginas, pero sí es un libro que tiene que leerse con atención siguiendo el razonamiento y las explicaciones para poder ser entendido. No es un libro reservado exclusivamente a los matemáticos, aunque quienes más se están interesando por el libro son personas relacionadas con el campo de las matemáticas.

—¿Lo recomendaría por algún motivo en especial?

—Lo recomendaría a todas las personas que les guste leer. Es una obra que trata de suscitar el gusto por las obras de las que hablo. Yo defiendo que autores, tanto matemáticos como de la literatura, pueden leerse desde otra perspectiva y espero que los lectores se acerquen a obras de ambos campos.

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