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Publicado por
José María Cillero
León

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La desaparición de los niños de Córdoba ha sido uno de los sucesos que más han conmocionado a la opinión pública española en los últimos meses. La edad de los menores, el papel del padre en los hechos y su comportamiento durante la investigación despertaron casi de inmediato el interés mediático. Por eso no resultó extraño que Susanna Griso adelantase una semana su incorporación a Espejo público , tras la filtración de un informe que confirma las peores sospechas sobre el paradero de los niños.

Pese a las delicadas circunstancias del suceso —con una investigación protegida por el secreto de sumario— y a algunos lamentables antecedentes más o menos lejanos en la historia de la tele, como la cobertura del crimen de Alcasser, el matinal de Antena 3 firmó un trabajo notable, de cinco horas en directo, casi dos más de la duración habitual del programa, con presencia en todos los puntos donde se iban produciendo las novedades, hablando con personas del entorno de la familia de los niños, con el abogado del padre y con peritos de los diferentes campos en los que se ha centrado la investigación.

Y es que tras el esfuerzo de Espejo público latía la implicación personal de la directora del programa en el caso, que le llevó hace unos meses a desplazarse a Huelva para entrevistar a la madre de los menores. Un ejemplo de periodismo hecho desde las tripas, pero con rigor, y al que se le pueden poner pocas objeciones, salvo para quienes crimen + niños + televisión sumen siempre amarillismo.

Vale que sobraban los tertulianos de turno, Miguel Ángel Rodríguez y Antonio Casado, que habían ido al plató a otra cosa. O que eso de que la investigación había intentado mantener la confidencialidad del informe pero una cadena de la que no dieron el nombre —se trataba de Canal Sur— se había empeñado en revelar sonaba a simple guerra de medios. Lo cierto es que Antena 3 demostró reflejos y dejó en evidencia a una Ana Rosa Quintana que, ya por la tarde y consciente del golpe recibido, prometía ‘novedades’.