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Guelbenzu: «No existen los asesinos inteligentes»

El escritor publica ‘Muerte en primera clase’, nueva entrega de la jueza De Marco.

Guelbenzu, el maestro del ‘noir’ español,

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miguel lorenci | madrid
León

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José María Guelbenzu y J.M. Guelbenzu comparten fecha y lugar nacimiento (Madrid, 1944), DNI, biografía, cuerpo y mente. También pluma, pero no géneros narrativos. El primero sería el Jekyll del dúo, el sesudo y veterano editor y escritor que desde los años sesenta viene poniendo a prueba con novelas de alta ambición literaria su capacidad narrativa y experimentadora. J.M., el Hyde de esta doble vida narrativa, tiene menos ínfulas literarias. Emergió hace más de una década para liberar a José María de «un atasco», cuando una de sus novelas ‘mayores’ Esta pared de hielo, se convirtió en una suerte de inexpugnable Everest que tardaría cinco años en escalar. Para «buscar salidas» a José María irrumpió J.M. en el mundo de la novela policíaca. La aventura fue ganando enjundia y J.M Guelbenzu publica ahora la sexta novela de la serie, Muerte en primera clase (Destino) en la que la jueza Mariana de Marco se topa con un asesinato mientras desciende en un lujoso crucero por el Nilo plagado de gente guapa, potentada y corrupta.

Pirámides, esfinges, poder, lujo y dinero en el río de los faraones ¿Les recuerda a Agatha Christie? Desde luego. Pero Guelbenzu dice que no hay homenaje a la gran dama de crimen y que no se busquen semejanzas entre Hercules Poirot y su heroína, una privilegiada inteligencia que deja unos días su juzgado de instrucción en la ciudad G. para disfrutar de unas vacaciones exóticas con una amiga muy íntima. «La amistad entre mujeres, -profunda, fuerte, sincera y cómplice, más rica y muy distinta a la amistad entre hombres-, es uno de los motores de la novela, junto a la corrupción financiera y personal y una intriga policial que se da en el Nilo como se podía dar en el Amazonas» explica J.M. Guelbenzu

El lado oscuro

Está más que satisfecho de haber encontrado un nuevo nicho de lectores que le reclama más aventuras de su jueza. Una mujer «de la burguesía acomodada, que atraviesa la cuarentena, decidida, con ideología, vocación, conocimiento del derecho y un pasado inquietante que se traduce en una atracción por el mal y el lado más oscuro de la realidad que no acaba de racionalizar» explica su creador.

Insiste J.M.G. en que lo suyo es la novela policíaca y no la negra, entre las que hace distingos. «La novela negra es cada vez más tópica y de salida fácil. Se abusa del género negro para abordar la denuncia social y falta originalidad. Hay facilonería y sobreabundancia; se abusa de la figura del psicópata maltratado en la infancia para justificar unos crímenes sanguinolentos y ultraviolentos», denuncia el escritor.

«Todos los asesinos son muy inteligentes y eso es otro topicazo, porque no hay asesinos inteligentes,» lamenta J. M.Guelbenzu que salva del quema a grandes del género como Camilleri, Mankell o P.D. James, además de los clásicos americanos como Chandler o Hammett. «Es más difícil hacer una novela policíaca que una negra. La resolución es mucho más compleja. Diríase que es fácil meter un elefante en un bañera, pero lo realmente complicado es sacarlo» se justifica el autor.