La metamorfosis pictórica de Montserrat Vilaplana llega al Auditorio de León
Montserrat Vilaplana pinta sentimientos, emociones, espacios interiores. Su carrera ha sido larga y coherente con estas premisas, Muy pronto abandonó el realismo parta sumergirse en los colores, las texturas y las formas espirituales de la abstracción.
Vilaplana, una mujer sensible que prefiere los silencios creativos, lo explica así: «A lo largo de mi trayectoria pictórica mi vida ha alcanzado su plenitud en la medida que se ha enriqueciendo con vivencias, sentimientos y emociones. Los estados de ánimo que vienen motivados por estos condicionamientos influyen sin lugar a dudas en el resultado de toda mi obra pictórica. Pensamientos, proyectos e ilusiones se mezclan en un amasijo de formas, materias, texturas y colores en una continua búsqueda de la armonía que conecte con la sensibilidad de quien contempla la obra. De ahí que el expresionismo abstracto en el que se ha hecho realidad gran parte de mi obra me permita exteriorizar en distintos momentos todo aquello que subyace escondido en mi mundo interior».
La mirada del artista encuentra siempre sus origines en la naturaleza. Montserrat Vilaplana, también refleja en sus obras la naturaleza que le rodea, pero pasada siempre por el tamiz de su sensibilidad. «Los colores y la aplicación de la materia sobre el lienzo me permite contar plásticamente los paisajes soñados. Cuando empiezo un cuadro nunca sé cómo voy a terminarlo, dejo que la imaginación y la memoria del subconsciente vayan guiando mi mano. Cuando creo que he terminado lo dejo a un lado, pero sigo el consejo de mi maestro, al cabo de unos días vuelvo a contemplarlo y siempre hay algo que añadir o que cambiar».
Su maestro, el que le descubrió los misterios del arte, fue el gran pintor catalán Ramón Capell. «Le conocí -dice- por casualidad y estuve muchos años trabajando a su lado en el estudio. El hacía un tipo de pintura muy distinto a la mía, empleando las viejas técnicas de la pintura al huevo, pero eso no impidió que me guiara con mano firme en mis primeros pasos. Después comencé a trabajar en solitario, pero tengo un gran recuerdo suyo».
Montserrat Vilaplana lleva más de veinte años de exposiciones, realizadas sobre todo en Cataluña, pero ahora llega a León, al Auditorio, porque «me hablaron muy bien de esta ciudad y de su ambiente cultural. Envié un dosier al Ayuntamiento y al cabo de unos meses me llamaron diciendo que ponían a mi disposición las salas del Auditorio, que son magníficas. Estoy muy contenta de haber podido conocer esta ciudad y de exponer en un lugar emblemático como este».
El crítico Ramón Casalé, dice de la obra de Vilaplana: «Cada obra de esta artista es un ejercicio de cómo se representa el color, manifestándolo de diferentes maneras, conjugando la materia pictórica con elementos geométricos. Hay en sus cuadros una eclosión cromática que es fruto de una intensa búsqueda relacionada con el espacio y que se conjuga con un intento de dotar a sus cuadros de una cierta tridimensionalidad».