Castaño corta una oreja en una tarde de toros imposibles
El leonés echó coraje y pisó el terreno de un animal que se movió pero sin estilo.
Javier Castaño cortó ayer la única oreja concedida en el quinto y penúltimo festejo de abono de la Feria de San Lorenzo, celebrado ayer en Valladolid, donde se ha lidiado un descastado, deslucido y peligroso encierro de la ganadería de Valdefresno en tarde lluviosa que ha hecho inviable el toreo.
Se lidiaron seis toros de Valdefresno. Excepto el segundo y el quinto, que mal que bien embistieron a ratos, el resto ha resultado muy deslucido, ha manseado mucho y presentado dificultades. Menos de un tercio de entrada en tarde lluviosa y desapacible. El agua, intermitente durante todo el festejo, arreció con fuerza durante la lidia del segundo y el tercer astado.
El subalterno Marcos Galán, de la cuadrilla de Javier Castaño, ha sido operado en la enfermería de la plaza de una cornada en una de sus ingles al resultar cogido en el quinto de la tarde a la salida del último par de banderillas. El peón entró también en el quirófano con el hombro dislocado. Los peones David Adalid y Francisco Javier Rodríguez se demonteraron después de parear al segundo toro de la tarde. ‘El Fundi’ fue obligado a saludar al finalizar el paseíllo como homenaje a su trayectoria en la temporada de su despedida de los ruedos. El primer toro de la tarde no permitió dar dos muletazos seguidos a ‘El Fundi’. Ante tal coyuntura, aliñó con mucho decoro y no poca decepción. No fue mucho mejor la cosa en su segundo enemigo, un animal que imposibilitó el triunfo que el torero y el público hubieses deseado para una mayor emotividad de la despedida. No alcanzó ningún relieve el quehacer de Javier Castaño en su primero. Toreó con ambas manos pero no las bajó nunca para acudir finalmente al ‘arrimón’ que caldease el ambiente, que se enfrió al matar de un ‘golletazo’. Fue más entonada la faena al segundo de su lote. A base de echar coraje al asunto y pisar el terreno de un animal que se movió pero no con buen estilo. Una gran estocada, entrando por derecho y con mucha fe, hizo asomar los pañuelos en los tendidos.
Volver a la dehesa
Después de brindar a ‘El Fundi’, Joselillo se enfrentó a su primer enemigo, que no admitía ningún enfrentamiento, ya que lo que deseaba el animal era volver a la dehesa. Cuando embestía, lo hacía con dificultad, con aspereza: un ‘regalito’ para el diestro vallisoletano. No le dio facilidades tampoco el último de la tarde, al que Joselillo logró arrancar algún muletazo a base de tesón, profesionalidad y porfía. La raza y la entrega de Joselillo supo agradecerla el público.