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Llamazares confiesa que Carnicer le inspiró ‘El río del olvido’

Calurosa acogida del documental ‘Donde las Hurdes se llaman Cabrera, 50 años después’.

La viuda de Carnicer, Doireann McDermotti, recibe la Medalla de Oro.

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ana gaitero | encinedo
León

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Las escuelas de Quintanilla de Losada se quedaron pequeñas en el estreno del documental Donde las Hurdes se llaman Cabrera, 50 años después , de Alonso Carnicer y Sara Grimal, que puso el broche de oro al II Encuentro de Cine Documental y Etnográfico en el Mundo Rural organizado por la Asociación Española de Cine e Imagen Científicos (Asecic) y la productora leonesa El Búho Viajero con el patrocinio de la Diputación provincial y el Ayuntamiento de Encinedo.

La cinta es más que un homenaje al libro homónimo que escribió Ramón Carnicer a raíz de su viaje en el verano de 1962 y que levantó una auténtica polvareda entre las altas esferas de la provincia porque se convirtió en una denuncia de la situación de abandono que vivían las gentes cabreiresas. Julio Llamazares confesó en la mesa redonda que este libro, que marcó un hito en la literatura de viajes, «está en el origen de El río del olvido », su viaje literario por el Curueño, como hizo Carnicer con el Cabrera, a contracorriente de sus aguas.

Andar con el corazón

Llamazares destacó la actitud de Carnicer ante la vida como la clave de lo que contó y del resultado de Donde las Hurdes se llaman Cabrera : «Los caminos no se andan con los pies, se andan con el corazón», afirmó parafraseando a Camilo José Cela. Frente a la imagen de un Carnicer a pie por La Cabrera, con el sombrero de segador y el bastón que le regalaron en la cantina de Castroquilame contrapuso la que años después captó César en una visita del entonces ministro Martín Villa a la comarca, al que subieron en andas para que no se manchara los pantalones de barro.

El jefe del servicio territorial de Cultura de la Junta, Jesús Courel, y el alcalde de Encinedo, José Manuel Moro, reiteraron el compromiso de las instituciones locales y provinciales para poner en valor la ruta turístico-literaria del recorrido del libro desde Puente Domingo Flórez a La Baña y su regreso por Silván y Sigüeya. Alonso Carnicer, hijo del autor, y Sara Grimal, ambos periodistas de TV3, presentaron la primera parte del recorrido de su viaje en busca de las gentes, los pueblos y los paisajes que el escritor Ramón Carnicer conoció y retrató durante su periplo por La Cabrera Baja en el verano de 1962. El viaje arranca en la estación de Quereño, en la provincia de Orense, a donde el escritor llegó con su esposa y su hijo después de un largo trayecto en tren desde Barcelona, donde vivió gran parte de su vida.

Pasado y presente

En una superposición de pasado y pasado las gentes que se van encontrando medio siglo después ofrecen su visión del mundo actual, como Teresa, una mujer de Pombriego que mientras planta lechugas reflexiona: «En la ciudad hay gente pasando hambre y aquí los pueblos abandonados». En Llamas de Cabrera, donde Carnicer asistió a un bautizo y conoció al cura de Odollo, Manuel Bruña, se paran a hablar con una mujer que trabaja en la pizarra y que ha decidido asentar su familia en el pueblo de su padre: «Aquí estamos cuidándonos las tres generaciones», dice lamentando no haber conocido La Cabrera en los tiempos en que «todas las casas estaban abiertas y llenas de gente».

Los personajes dan las claves de lo que ha pasado en La Cabrera en el último medio siglo: «Cuando hicieron la carretera a la gente le entró la enfermedad de marchar», comenta Graciano González, uno de los tres vecinos que quedan en Saceda, en el municipio de Castrillo de Cabrera. La carretera borró parte del camino que anduvo a pie Carnicer durante ocho días, pero, como muestra el documental, aún se conservan tramos de las antiguas sendas.

«El futuro pasa por la educación», reclamó una vecina de Ambasaguas al término del coloquio. Emocionada, reclamó la creación de un centro de educación secundaria. La carencia de este servicio incita a las familias que tienen hijos a emigrar de La Cabrera.