El arte rupestres resiste siglos y hasta el incendio de Castrocontrigo
El fuego no afecta a las pinturas, a la intemperie, declaradas Bien de Interés Cultural.
Han pasado miles de años en la peña de Rocebros, a caballo entre las localidades de Castrocontrigo y Morla continúan al alcance de quien las redescubra, porque encontrarlas sin un guía es poco menos que imposible, pese al incendio del 19 de agosto, que asoló más 11.700 hectáreas de bosque. Las pinturas rupestres, declaradas Bien de Interés Cultural, continúan a la intemperie algo protegidas por la roca, sin que las llamas ni las altas temperaturas del siniestro hayan acabado con su aspecto rojizo, aunque lavado, por el que pasan desapercibidas.
El primer grupo, en el que se observan tres figuras esquemáticas humanas, se encuentra unos metros por encima del pozo de rocebros, en el paraje de Llama Larga, según le dicen en Castrocontrigo, o Llamaluenga, como lo conocen Morla de la Valdería, que mana de la peña cuando no hay sequía. Allí ardió la vegetación que se encontraba en sus inmediaciones, que no fue suficiente combustible para tiznar la roca, como se observa en otros lugares.
Una segunda figura se haya en la otra falda del monte, al abrigo de una hendidura en forma de arco apuntado abierta en una roca. Las pinturas fueron descubiertas en 1985 y, según el catálogo de bienes de Interés Cultural de la Junta, su datación se sitúa entre el Neolítico y la Edad de Bronce.
En el paraje, ahora que el fuego ha desbrozado el monte, es más fácil de observar La Corralada, en la Peña de las Dos Hermanas, un enclave entre rocas que pudo utilizarse como trampa para abatir animales o como vivienda. Las paredes de piedra con la que se cerró el estrecho paso entre las peñas avalan los posibles usos apuntados.
Monumento entre llamas
El fuego también pasó el por el Castillo de Nogarejas, conocido también como la Casa de la Peña, en pleno coto de caza de El Villar. De origen medieval, la fortaleza, desde la que se divisa buena parte del valle del Eria, está construida sobre la peña y ya aguantó el incendio de 1998. Las murallas se encuentran derruidas, pero no por efecto del incendio de este verano, que ha dejado al coto sin actividad y a la junta vecinal sin su beneficio.
En el lugar en el que se originó el incendio, entre la carretera Castrocontrigo-La Baña y el río Eria, se localizó en el medievo un pequeño monasterio, con algún enterramiento, según explica un vecino de la zona. El lugar estaba impracticable antes de la catástrofe. Otro asentamiento de monjes que habrá quedado libre de maleza se encuentra en Valle Grande, delimitado por Morla de la Valdería, Nogarejas y Tabuyo del Monte.
También relacionada con la arqueología y la catástrofe medioambiental que sufrió la zona, se encuentra junto al río Eria una explotación romana de oro entre Torneros de la Valdería y Castrocontrigo. Esta explotación ya aparecía en el Catálogo Monumental de la Provincia de León , de Manuel Gómez Moreno, publicado a principios del siglo pasado.