Y Clint cogió... el bate
Con 82 años, el actor norteamericano vuelve a la interpretación en la película ‘Trouble with the curve’, donde encarna a un histórico ojeador de béisbol.
En pleno ojo del huracán tras su intervención en la Convención Republicana, Clint Eastwood no podía haber escogido un mejor momento para regresar al cine, esta vez solo como actor, con Trouble With the Curve , una película sobre una relación paterno filial cuyo trasfondo gira en torno al béisbol.
El filme, que se estrena el próximo viernes en EEUU, supone el regreso de Eastwood a la interpretación tras Gran Torino ( 2008) y la primera vez que se pone en manos de otro director que no sea él mismo desde En la línea de fuego (1993), de Wolfgang Petersen. «Después de tanto tiempo, llevo la interpretación en la sangre», dijo Eastwood, de 82 años, durante la presentación de la cinta en Los Ángeles. «Me gusta volver a ello. Cuando alcanzas cierta edad ya solo te alegras de haber llegado. Busco papeles que se ajusten a mis circunstancias. De lo contrario, sería ridículo. He disfrutado del viaje hasta ahora y pienso seguir haciéndolo. Espero que sea largo aún», añadió.
Trouble With the Curve supone el debut tras las cámaras de Robert Lorenz, productor ligado a los trabajos de Eastwood durante la última década y asistente de dirección suyo desde Los puentes de Madison (1995). Eastwood da vida a Gus Lobel, un histórico ojeador del béisbol al que la edad no perdona y cuyos problemas de visión comienzan a hacer mella en su trabajo, por no hablar de su desdén por las nuevas tecnologías, algo que preocupa a los directivos de su equipo, los Atlanta Braves.
De nuevo, tutor
En una última misión por probar su valía, seguirá los pasos de una joven promesa que podría ser la gran estrella de ese deporte en los próximos años, un juicio al que le someterá con la ayuda de su hija (Amy Adams), con la que nunca tuvo una relación cercana, y un ojeador rival (Justin Timberlake). Eastwood, en su charla con los medios, comentó que no tuvo que hacer grandes ajustes ahora que él mismo no se daba las órdenes y que le resultaba «relajante» no encargarse de ambas facetas como director y actor a la vez, como ha sido habitual durante gran parte de su carrera. «No creo que vaya a hacer las dos cosas a la vez de nuevo, al menos por ahora. Aunque también dije que me retiraba de la actuación tras Gran Torino y eso cambió. A veces uno miente mucho», declaró entre risas. «Después de esa película pensé que era estúpido hacer ambas cosas. Llevaba así 40 años. Decidí buscar un poco más de confort», agregó.
Desde En la línea de fuego , Eastwood compaginó ambas tareas en Un mundo perfecto (1993), Los puentes de Madison (1995), «Poder Absoluto (1997), Ejecución inminente (1999), Space Cowboys (2000), Deuda de Sangre (2002), Million Dollar Baby (2004) y Gran Torino ( 2008). «Envejecer tiene sus cosas buenas. Sabes muchas más cosas, hasta que empiezas a olvidarlas. Espero que en un año os pueda dar la misma respuesta», comentó el célebre cineasta, que se mantiene en forma jugando al golf y comiendo sano, especialmente salmón y brocoli, según apuntó Amy Adams.
Aún colea su encendido discurso en la Convención Republicana, durante el que se dirigió a una silla vacía frente a un invisible presidente de EEUU, Barack Obama, al que pidió explicaciones por sus promesas incumplidas y el mal estado de la economía tras sus cuatro año de gobierno. «No conseguí la respuesta que quería porque esperaba que me hubieran nominado», bromeó Eastwood. En aquella Convención se designó a Mitt Romney como candidato presidencial republicano.
«El único mensaje que quería trasladar es que la gente debía olvidarse de idolatrar a los candidatos y fijarse en el trabajo realizado por cada uno, analizar su historial y juzgar a partir de esa base», manifestó Eastwood. «Así es como se hace en la vida en cualquier otro ámbito, pero a veces en América nos volvemos gagá y nos fijamos en los valores equivocados», sostuvo.