Mo Yan, un Nobel que suena a chino
’Sorgo rojo’ es la novela más conocida de este ‘Kafka chino’ con tintes de ‘Gabo’.
El narrador chino Mo Yan hizo bueno el pronóstico y se adjudicó ayer el premio Nobel de Literatura 2012 y sus 930.000 euros de ‘bolsa’. Según el acta del galardón, se le premia «por conjugar en su obra el realismo alucinatorio, leyendas, historias y elementos contemporáneos». Una obra original, variada e intensa que constituye un friso de la China profunda, un rico caleidoscopio de su evolución y sus desafíos a lo largo del siglo XX y en la que destaca Sorgo rojo, su novela más popular.
Para los académicos suecos la narrativa de Mo Yan evidencia «una complejidad que evoca a Willian Faulkner y Gabriel García Márquez» a pesar de su anclajes «en la antigua literatura china y en la tradición oral». Presentado a menudo como ‘el Kafka chino’, él mismo reconoce su deuda con esto narradores y con Tólstoi. Yan, uno de los mejor colocados en las quinielas, se confirma con el Nobel como uno de grandes maestros de la narrativa contemporánea.
Se impuso a otros candidatos eternos, como el japonés Haruki Murakami, la canadiense Alice Munro y el estadounidense Phillip Roth. Tremendamente popular en China, tenía ya en su poder el premio de los escritores chinos y todos los grandes galardones oficiales de su país. Otro excepcional narrador asiático, el japonés Kenzaburo Oé, Nobel en 1994, había dicho que «si pudiera escoger al próximo Premio Nobel, sería Mo Yan». Es el segundo galardón de la Academia sueca para la literatura del gigantesco país asiático después de que el franco-chino Gao Xingjiang lo obtuviera en el 2000.
Hijo de campesinos nacido en Gaomi, al noreste de China, en 1955, Mo Yan es uno de los autores más leídos y respetados en su país. Se ha mantenido relativamente a salvo del rigor del régimen chino, a pesar de las aceradas críticas que encierran sus narraciones, en las que alterna tragedias épicas e insondables y con un vitriólico sentido del humor y una sátira feroz. Su afán por no llevar sus críticas más allá de sus narraciones y la tibieza de sus escasas declaraciones públicas en foros internacionales, le ha señalado a veces como colaboracionista con el régimen comunista. Su verdadero nombre es Guan Moye y su seudónimo Mo Yan significa ‘No hables’.