Nuria Martínez
La roquera de La Virgen
El sueño de esta licenciada en Bellas Artes es vivir de la música y llegar a componer.
Nuria Martínez cree en la suerte. Sabe lo que es estar en el momento justo en el lugar exacto. Pero tiene los pies en el suelo. Vive un ‘momento dulce’ desde que Malú la fichó para su equipo en el programa La voz de Telecinco, pero es de las que no se dejan atropellar por la fama, a pesar de que ‘arrasa’ en Facebook, Twitter y apenas puede dar un paso por la calle sin que alguien la reconozca. El concurso le prohibe hacer declaraciones.
Esta roquera de La Virgen del Camino no es una novata. Anteriormente ya intentó probar suerte en Operación triunfo y en los concursos de la televisión local Rumbo a la fama y Cazatalentos. Estudió Magisterio Infantil y, como la formación nunca sobra, con los ‘bolos’ en orquestas se pagó la carrera de Bellas Artes en Salamanca. El arte y, concretamente, la ilustración, es su otra gran pasión al margen de la música. Aunque para ella no son territorios distintos, sino, sencillamente, dos formas de expresión artística.
Desde hace siete años Nuria Martínez es la vocalista del grupo Top Líder. Su ingreso en la banda que ella admiraba fue también cuestión de suerte. En unas fiestas, el grupo pasó el micrófono por el público, hasta que cantó Nuria Martínez. A partir de entonces se unió a ellos.
La madre de la otra concursante leonesa de La voz, Beatriz Herrero, le tiene pánico, porque es una rival dura, un monstruo del escenario, a la que «ni siquiera le hace falta cantar para meterse al público en el bolsillo».
La voz rasgada
Nuria Martínez no siempre fue roquera. El destino o, mejor, una operación en las cuerdas vocales, acabó encaminándola a este género de voces rasgadas como su admirada Janis Joplin. Antes de pasar por el quirófano, Nuria había dado clases de canto, que retomaría más tarde. También sabe tocar la guitarra y estudia piano –«lo justo», según sus amigos- para poder componer; porque ese es su sueño, interpretar sus propios temas.
Cuando empezó, «cantaba todo lo que ponían en la radio». También es fan de los Rolling y de Led Zeppelin, un grupo que le dio suerte y el ‘pase’ en las audiciones a ciegas de La voz. Eligió el tema Rock para enfrentarse al jurado que integran Malú, Bisbal, Rosario y Melendi porque no quería desviarse de su faceta roquera. Y acertó. Malú decidió que sería una de los catorce artistas de su equipo. Atrás quedaban meses de enviar vídeos y superar cástings. A sus amigos les ha confesado que demostrar el talento en minuto y medio –pese a que a ella le ha ido bien- no es fácil. Cree que muchos talentos se han quedado en el camino. Pero una vez más ha tenido suerte.
Malú le ha confesado que le encandiló su actitud en el escenario: enérgica y explosiva.
Pese a que desde que apareció en el concurso no ha parado de recibir apoyos, Nuria Martínez siente pánico a lo que se le viene encima. Su objetivo era sencillo. No buscaba la fama. Únicamente quería tocar en directo en un gran escenario como el que brinda un programa que siguen casi seis millones de espectadores –con minutos ‘de oro’ por encima de los siete millones-. Ignora dónde está su meta y le aterra «perder la normalidad».
Su madre, que apenas apareció diez segundos en la televisión y que regenta un comercio en León, no para de recibir felicitaciones. Está abrumada. Lo cierto es que nada más concluir su actuación, Nuria ya tenía 800 seguidores en Twitter. A ella le hace gracia que a la gente le sorprenda que les conteste en la Red.
El nivel altísimo de los contrincantes –la mayoría con una carrera hecha y una larga trayectoria- le permiten ser realista y no hacerse excesivas ilusiones. Una de las primeras en felicitar a Nuria tras su actuación fue Beatriz Herrero. Ahora las dos forman parte del mismo equipo.
Las ilusiones
Pase lo que pase en el programa, Nuria es consciente de la publicidad que ha conseguido en La voz. Además, la productora del programa les ha comunicado que cualquiera de los 120 seleccionados puede tener una carrera. Todo dependerá, en última instancia, de cómo calen en el público.
De momento, esta joven roquera sigue con su vida normal y sus ensayos. Su madre, durante la audición a ciegas de Nuria, pasó los peores nervios de su vida. Ahora, lo están disfrutando. Y es que Nuria es la niña de sus ojos, hija única, buena estudiante y con una espléndida voz. El mundo –piensan- es suyo…
Lleva siete años dando conciertos en verbenas y fiestas de los pueblos. Pero no toca Paquito el chocolatero. Se niega. Únicamente ‘rollo’ rock. Los ‘bolos’ le han permitido vivir de la música y pagarse los estudios, así que contempla el futuro con optimismo. Para ella es ya un lujazo trabajar en lo que le gusta. Aunque no lleva bien pasar muchos días fuera de casa y, sobre todo, las horas de carretera, subir a un escenario le compensa sobradamente.