Diario de León

Lorenzo Silva escritor y premio planeta

«En este país nos sobran los listos»

Son 17 años a vueltas con Virginia Chamorro y Rubén Bevilacqua. La pareja de guardias civiles le ha dado a su autor el premio más apetitoso, el Planeta. Lorenzo Silva dice que es su novela más «madura y ambiciosa».

El escritor Lorenzo Silva, ganador del Premio Planeta.

El escritor Lorenzo Silva, ganador del Premio Planeta.

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miguel lorenci | madrid
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Habla de corrupción policial en una metáfora sobre fronteras éticas y geográficas. Tiende puentes entre Madrid y Barcelona, entre las que no concibe otra frontera «que la imaginaria línea del meridiano de Greenwich» a la que alude el título de la novela: La marca del meridiano.

—Tantos años juntos y sus ‘picoletos’ le regalan el Planeta.

—Son casi 20 años investigando crímenes, como testigos de lo que pasa en la sociedad española. Hemos envejecido. Ellos han ascendido. Yo no. Tengo la obligación de creer que esta entrega es la mejor de la serie. La más completa, madura y la que habla de más cosas y profundiza más en los personajes.

—¿Qué refleja el espejo del crimen esta vez?

—La realidad de una crisis económica y moral, con una serie de complejidades territoriales, antes que conflictos o querellas. España es un país complejo y ellos trabajan en cualquier lugar. En este caso en Cataluña. Se relacionan con la política catalana, con sus autoridades. Lo hacen con sentido de la complejidad antes que de problema. Saben que solo un esfuerzo de comprensión, cooperación y diálogo permitirá resolver las cosas. Aparte del crimen, indagan en la crisis moral, pero no desde la superioridad de quien pretende sentirse ajeno, sino de quien se sabe copartícipe.

—Muy oportuno ahora que se habla más de alzar fronteras que de tender puentes.

—Queremos ser una sociedad democrática. Su esencia es que cada cual piense, desee y defienda lo que quiera. Mi deseo es que entre Madrid, mi ciudad natal, y Barcelona, que es también mi ciudad, no hubiera nunca divisorias más allá del meridiano, una línea imaginaria que no exige pasaportes. En la novela se dice que volar puentes llena muchas más portadas que tenderlos. Volarlos es primera página; construirlos son años de trabajo callado y sin fotos.

—¿Sus civiles pedirán visado para Cataluña pronto?

—No creo. Acaso una comisión rogatoria. No me gusta hacer predicciones. No veo lo del visado ni lo quiero ver. Ojalá que el meridiano no se convierta nunca en una frontera.

—¿Qué vuelta de tuerca da a la serie?

—Bajo a los sótanos del personaje de Bevilacqua. A uno de los más profundos. No había pasado hasta ahora. Se implica a fondo en el asesinato de su maestro, quien le enseñó cuanto sabe, y le remueve lo más hondo.

—¿Guardias civiles buenos frente a polis y mossos malos?

—No. Encierra un dilema y un discurso moral y, no moralista, mediante personajes que se adentran en la vida de compañeros que juraron cumplir un deber y que traicionan el juramento. No juzgan a los malos desde la superioridad moral.

—¿Cuál es el dilema moral?

—Hay servidores del orden corruptos, vendidos, que colaboran con los malos. Se convierten en delincuentes con placa, que son los más peligrosos. La trama de corrupción pone sobre el tapete cuán peligrosos son estos delincuentes que sirven a su interés particular a través de seres despreciables. Son sicarios de aquellos de quienes deberían defender a la sociedad.

—Vila y Chamorro ¿son Holmes y Watson con tricornio?

—Pienso más en Don Quijote y Sancho. Están mucho antes que Holmes y Watson y son realmente la pareja capaz de sostener el diálogo de la humanidad, entre el ideal y el pragmatismo. Esa contaminación en la que el idealista acaba más pragmático y el pragmático más idealista. Esa es la esencia de su relación. Releo a menudo el Quijote y cada vez lo veo más pertinente. En este país nos sobran los listos. Hay muchos por metro cuadrado. Con más ingenuos que creyeran en su deber no estaríamos en este agujero.

—¿Tenemos remedio?

—Siempre. Estamos vivos, y eso quiere decir que lo tenemos. Si nos los creemos.

—¿Quién gana la partida entre idealismo y pragmatismo?

—Entre Chamorro y Bevilacqua, y también dentro de mí, se impone el idealismo. Definitivamente.

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