Vicente Muñoz recrea ‘Canciones de la gran deriva’ con 13 nuevos poemas
Origami reedita el bautismo de fuego del representante de la contracultura leonesa.
Trece años después, Vicente Muñoz Álvarez reedita Canciones de la gran deriva , la obra con la que el poeta cerró un capítulo de su vida. A los versos, publicados en 1999, suma ahora otros trece con los que pone el epílogo a una época que parece más actual que nunca.
Dice David González en el prólogo del libro, que Canciones de la gran deriva es un libro visionario. «Los temas de que trata —la crisis que nos asola sin ir más lejos— siguen vigentes». Es cierto. Todo ha cambiado, pero poco ha mejorado. Y la placidez, el «tedio», por utilizar la palabra con la que Vicente Muñoz describe el ahogo generado por una vida que parece no ir a ninguna parte, se ha convertido en la náusea que provoca saber que dar la espalda a Caribdis supone arriesgarse a caer por el desfiladero de Escila.
«Por supuesto que el mundo sigue a la deriva, el mundo entero está a la deriva, y el poeta... los poetas somos inadaptados en un constante proceso de cuestionamiento», reflexiona el autor, uno de los representantes que con más autoridad se ha convertido en ejemplo de contracultura.
Esperanza
Vicente Muñoz dedica el libro a los que esperan y una página después la frase de Malcolm Lowry —que sirve de dintel a sus versos— le devuelve el reflejo: «A veces me veo como un gran explorador que ha descubierto un país extraordianrio del que jamás podrá regresar para darlo a conocer al mundo. Porque el nombre de esta tierra es infierno»... Trasunto del ‘abandonad toda esperanza’, podríamos continuar nosotros en una nueva página, siguiendo el consejo que abrió a Dante el camino hacia los elíseos.
Y es que esa vida que Vicente Muñoz desechó —«ya vendrán tiempos mejores»— parece no haber cambiado demasiado. Trece años después, superada la racha de universitario en paro y tras haberse hecho un hueco en el mundo de la literatura, nos encontramos con que el autor sigue hablando de futilidad: «Y pese a todo/no logro evitarlo/se me escapa/ el sentido». «Sigue habiendo vacíos», concede el poeta, que subraya que no podría ser de otra manera, porque este es el «sentimiento permanente del ser humano». Y así, del tedio «que quema y asfixia», Vicente Álvarez entra en la etapa de los sueños rotos, en la que, como termina otro de sus inéditos, «es fácil fallar y arrojar la toalla». Es el volcán bajo el que el poeta se cobija.
Pero, de momento, Vicente Muñoz trata de cumplir, de reciclarse, de no acobardarse y tener la conciencia tranquila. En menos de un mes presentará un nuevo libro, sobre los vencidos a nivel sentimental. Se llamará Animales perdidos . Una vez más, la creación achicando el agua de la amargura. Pues eso, que, como dice Muñoz Álvarez, ya llegará la poesía.