CRÍTICA DE TELEVISIÓN
Batallas
No te enfades conmigo ni mucho menos, te lo juro». Bisbal ha descubierto un talento oculto. Cantante, tuitero con mensaje y, ahora, orador vibrante en discursos para concursantes a los que previamente él mismo ha eliminado. Y eso que se pasa medio programa agazapado, cual depredador de El hombre y la Tierra. De repente, sorprende con su inglés, «una canción very complicated». Luego se pasa al castellano y entonces lo que sorprende es que no se haya quedado en su inglés. Ahora llora, luego te admira, después te lo jura. toda una montaña rusa de sensaciones y rizos recogidos en coleta. Pero es injusto juzgar La voz por el bisbalismo, como lo sería definirlo de karaoke televisado y con padrinos. Sigue siendo el fenómeno de la temporada, aunque había curiosidad por ver si esta etapa iba a mantener el interés y la audiencia de las cinco primeras semanas, en las que fuimos conociendo a los 56 seleccionados. Y lo mantiene, lo ha consolidado, pese a que las galas duren más que un discurso del mejor Fidel Castro y pese a su lenguaje bélico, con aspirantes librando batallas en un plató en forma de cuadrilátero de boxeo, que luego dicen de los chicos de la prensa deportiva. Triunfa pese a que a Jesús Vázquez solo le falte llamar puerta a puerta a los seis millones de telespectadores para venderles personalmente un juego de tupperwares o una enciclopedia. Pese a que Malú vuelva locos a los miembros de su equipo, advirtiéndoles primero de que lo que importa no es el registro, sino la esencia, para después pasarse la vida hablando de registros, y de colores, claro. Pese a que la llegada de los asesores -y no advisors , lo lógico, si los otros son coaches- aumente una descompensación evidente, el profe más cuajado, Melendi, está apoyado por Nek, el ayudante con más vocación didáctica. (¿Se sabe ya a qué ha ido Antonio Carmona?). El éxito de La voz descansa en el formato y en la selección de aspirantes, y eso que sus actuaciones quedaron eclipsadas por la de otra cantante, que esta semana ha cambiado el escenario por un tribunal de Málaga.