Fallece Agustín García Calvo, un intelectual en constante rebeldía
El escritor y pensador zamorano era Premio Nacional por partida triple.
El escritor Agustín García Calvo, nacido en Zamora en 1926 y fallecido ayer en su ciudad natal, autor de textos en muy diversos géneros literarios, caracterizó su trayectoria como intelectual por la rebeldía ante el poder establecido.
Lo contrario a lo oficial marcó la forma de actuar de García Calvo, autor de una obra que, además del ensayo, la poesía, la novela y la traducción, abarca cientos de artículos y otras curiosidades, como el Himno de la Comunidad de Madrid que le encargó el primer presidente de la autonomía, Joaquín Leguina. Muchos de sus trabajos los publicó en sus propias editoriales, Lumia y Lucina, cuya sede estaba en la gran casa en la que vivía, en el casco histórico de Zamora, en la Rúa de los Notarios.
En 1990, García Calvo recibió el primero de sus tres Premios Nacionales, el de Ensayo, por su obra Hablando de lo que Habla: Estudios de Lenguaje . Nueve años después le concedieron el de Literatura Dramática por La baraja del Rey Don Pedro , y en 2006 el de Traducción por el conjunto de su obra.
Nunca fue amante de los reconocimientos y, en una entrevista con la agencia Efe, explicaba que aceptó estos tres por ser unos galardones «muy pequeños, que tienen la ventaja» de que él no se presente y «los jurados son muy grandes y variados y hay más probabilidades de que entre ellos haya gente honesta». En 1993 protagonizó uno de los episodios más polémicos y conocidos de su vida, al tener que afrontar una sanción de Hacienda de 10,5 millones de pesetas por no haber hecho nunca la declaración de la renta de las personas físicas y por no declarar los ingresos de la subvención que empleó para restaurar el caserón que poseía en Zamora.
García Calvo difundió entonces anuncios en la prensa nacional para pedir ayuda a «aquellos que pudieran ser usuarios de las cosas que publico y tener algún agradecimiento». Ese mismo año, García Calvo pagó su deuda con la Agencia Tributaria, después de negociar con un banco la financiación de seis millones de pesetas, mientras el resto, cuatro millones y medio, los consiguió a través de unas 200 donaciones particulares.
Una de las últimas obras en las que participó indirectamente fue el documental realizado por Basilio Martín Patino sobre el movimiento de indignados del 15M, y que utilizó el nombre de uno de sus poemas, Libre te quiero , para dar título a una cinta que se presentó en la sección Tiempo de Historia de la última edición de la Seminci. A Agustín García Calvo nunca le gustaron los homenajes, ni propios ni ajenos, algo que demostró en 1998, cuando se manifestó contrario a los homenajes que se realizaban para conmemorar el centenario del nacimiento de Federico García Lorca, porque significan «la sumisión de lo que puede haber de vivo en las palabras».
Ahora su legado queda reflejado precisamente en eso, en la vitalidad que guarda su obra y su pensamiento, en la vitalidad de sus palabras.