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El pintor del agua

El artista asturiano Carlos Cobián expone estos días en la galería Bernesga sus visiones atlánticas y marineras, teñidas siempre de un suave romanticismo .

Carlos Cobián, un experto en reflejos y en atmósferas veladas por la lluvia.

Publicado por
Marcelino Cuevas | león
León

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El pintor asturiano Carlos Cobián está enamorado del agua. En sus cuadros el líquido elemento siempre tiene un protagonismo importante. Unas veces como elemento que adorna las perspectivas de sus cuadros dedicados a los paisajes urbanos, y otras como protagonista inevitable en sus visiones de las perspectivas marinas. Pero, una vez señalada esa seña de identidad, hay que decir que Cobián es un artista de dibujo fácil y un pintor que sabe emplear a la perfección los colores, sobre todo en la maravillosa luz que impregna la mayoría de sus cuadros y que refleja perfectamente ese momento mágico del atardecer.

Contemplando las obras que estos días presenta en su exposición de la galería de arte Bernesga, nos encontramos con otro rasgo característico de su pintura: sus personajes tienen siempre un cierto aire decimonónico. «Creo que esta interpretación —asegura— nace de que no admitimos que en el momento en el que tú pones en la playa unos personajes vestidos con trajes playeros, automáticamente retrocedes en el tiempo. Pero resulta que los trajes que yo pinto son de Zara , completamente actuales, pero les posiciono de una forma elegante a la orilla del mar. Quizá en una playa se espera ver a la gente en traje de baño, y eso para mí es más feo, prefiero ponerles el traje típico de marinero para añadir atractivo a la obra».

El romanticismo emana poderosamente de las obras de Carlos Cobián, es un cierto encanto producido por los colores, por los personajes, pero especialmente por la luz. «Yo persigo siempre ese romanticismo. El mar ya lo lleva implícito. Luego las escenas que retrato son muy familiares y, por ello, superrománticas. Si a esto le añades una luz suave y matizada obtienes un romanticismo añadido. Es esa luz suave de Muerte en Venecia, con ese clima que representa muy bien las playas del norte de la península. Mi pintura pertenece a la costa cantábrica».

Y el agua. Parece que Carlos Cobián viviera siempre bajo la protección de un paraguas. «Para mí —explica el artista— el agua es una constante ineludible. Creo que dentro de mi pintura los reflejos son fundamentales, puedo encontrarlos en las calles de una ciudad bajo la lluvia o en las playas. Muchas veces cuando trato de pintar un paisaje urbano y me encuentro con unos días de sol esplendoroso, me levanto muy temprano y me voy a la calle a las siete o las ocho de la mañana para aprovechar ese momento en el que los empleados del ayuntamiento riegan la calle para limpiarla… Y esa limpieza, esos reflejos, crean una efecto luminoso precioso, que es el que siempre busco».

Dicen los críticos que los cuadros del asturiano Carlos Cobián «son realistas en su apariencia, pues están realizados con una gran precisión que prueba una habilidad técnica incuestionable, pero más allá de esto contienen también la plasmación de un instante que parece perder gran parte de su importancia a favor de una temporalidad extensa, de tal manera que, aunque cada uno de ellos refleje una situación concreta, en todos se aprecia el transcender de la anécdota para establecer aquello que se esconde en ella: la vida».

Horario: de lunes a viernes, de 12.00 a 13.30 y de 18.00 a 21.00 horas.

Lugar: calle Roa de la Vega, 8.

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