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El leonés Carlos Taranilla reúne en 600 páginas toda la historia del arte

Este profesor publica un ‘Diccionario del arte universal’ con más de 2.000 entradas.

El profesor de Historia del Arte leonés Carlos Javier Taranilla de la Varga.

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e. gancedo | león
León

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Carlos Javier Taranilla de la Varga es un veterano profesor leonés que ha ido reuniendo pacientemente, y casi desde el momento mismo de su licenciatura, los términos clave de la historia del arte mundial. Casi al modo de los primeros enciclopedistas franceses, iba no sólo acumulando nombres, estilos y corrientes, sino también —y sobre todo— poniéndolos en relación unos con otros, anotando escuelas, relaciones, concomitancias, «que por cierto es lo verdaderamente importante para entender la historia del arte», aclara.

Taranilla pertenece a la primera promoción del Colegio Universitario de León, la de 1978 —cuando aún había que trasladarse a Oviedo para cursar el último año— y lleva muchos años como profesor de Eso y Bachiller en el centro concertado Virgen Blanca (antigua Filial) de la capital. Ya en 1983, y bajo el sello de Everest, editorial para la que trabajó un tiempo, dio a luz un diccionario de términos artísticos que está descatalogado y en la actualidad superado por una renovada ampliación de material compilado, de ahí que se pusiera en contacto con la austriaca United P.C. para publicar esta «panorámica del arte universal», como la llama su autor, ya disponible en librerías y a través de Internet.

Nombres de artistas españoles y extranjeros, técnicas, elementos arquitectónicos y de otras ramas del arte, monumentos, escuelas, términos técnicos, museos... todo ello se sucede a lo largo de las 600 páginas de un libro que aúna más de 2.000 entradas específicas. «Por supuesto que siempre se puede profundizar en cualquiera de estos temas, pero como síntesis y labor realizada por una sola persona, la verdad es que es una obra extensa y ambiciosa de la que me siento muy orgulloso», aseguró.

En cuanto al público al que va dirigido, comenta Carlos Taranilla que éste pueden conformarlo «desde estudiantes y expertos, en cuanto obra de consulta útil, a cualquier persona interesada por el arte que desee tener en casa un libro que compile la mayor parte de los términos sobre el tema». Y así, sólo para la palabra ‘románico’, por ejemplo, «se destinan 16 páginas, y entre 8 y 9 para grandes artistas como Velázquez o Goya». No faltan tampoco los guiños leoneses: para ilustrar estilos como el románico, el gótico o el plateresco, ahí están las fotografías de la Colegiata de San Isidoro, la Catedral de León o el antiguo convento de San Marcos, hoy parador nacional. En concreto, al mítico gallo de la torre isidoriana dedica Taranilla un «pequeño canto» recordando en su pie de foto que —la pieza original— permaneció 900 años desafiando las inclemencias del tiempo y de la historia «sin perder su destello» a pesar de que los invasores franceses incluso lo tirotearon creyendo que era de oro, como se pudo comprobar al bajar la figura para su limpieza y encontrar restos de proyectiles de plomo en ella.

También a la Pulchra dedica un generoso espacio. «De los templos que se conservan pertenecientes a la más pura de las tres fases en que se divide el gótico, la Catedral de León es la más señalada. León, para su desgracia, quedó estancado en el siglo XIII, pero por otro lado su Catedral nunca fue retocada en lo sustancial con añadidos de otros estilos, como ocurrió en Burgos. Y luego están sus vidrieras, que son pura fantasía», comenta Taranilla, nacido en el muy leonés barrio de Santa Ana y quien resalta además que a la elaboración de este libro ayudaron «muchos alumnos, profesores, padres de alumnos, compañeros y amigos» al facilitarle fotografías de monumentos ubicados en muy diversas partes del mundo, «por amor al arte, y nunca mejor dicho», tercia.

Así pues, desde la cueva de Altamira al Museo del Prado, desde los zigurats sumerios a Las Meninas pasando por el arte precolombino, este Diccionario del arte universal condensa todas las manifestaciones artísticas del hombre. Taranilla ha disfrutado especialmente con las reseñas de maestros como Goya y Velázquez, y algo menos con el arte contemporáneo, del que es «poco partidario» al ir dirigido «a élites intelectuales». Autor también de obras como El día que Franco cruzó el Manzanares , de unos Poemas de Don Quijote y hasta de una trilogía de novelas juveniles en las que el protagonista, A.X., viaja a través del tiempo, está, con los griegos, en que el arte es «lo bello y lo práctico», y no sólo un medio de expresión, «pues entonces también lo sería un garabato».

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