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opinión | yolanda veiga

Samantha, el camaléon

Publicado por
León

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No se cansa Samanta Villar de ir buscando historias curiosas con su camarita. Ni el público de asomarse a esas otras realidades porque si a usted no le ha salido una hija ‘pokera’ nunca sabrá cómo se divierten estas chicas que visten parisinas, mallas de leopardo y flores en la cabeza. Y Samanta, para no ser menos, se planta el floripondio en mitad de la frente y se va de marcha cual poligonera adolescente. Es la periodista más camaleónica de la televisión y ha demostrado encontrarse igual de cómoda entre chabolas que a bordo de un yate de lujo. Samanta pregunta sin resultar entrometida y roba plano, pero no protagonismo. Como encima ni es alta ni baja, ni gorda ni flaca ni guapa ni fea no está expuesta a la crítica gratis.

Y todo esto le ha conferido un estatus de reportera de verdad que le abre muchas puertas.

Los chicos de ‘La Roja’ le dejan entrar hasta la misma habitación del hotel donde se preparan para un partido importante, la pareja gay que va a tener una niña nacida de un vientre de alquiler le confiesa sus miedos y hasta llora con ella, la chica que se viste de Barbie le deja grabar en su cocina rosa, Jorge Lorenzo la sube a su moto, el gigoló se la lleva al trabajo y Estefanía le deja acompañarla en su recién estrenada maternidad adolescente.

Samanta es una periodista curtida en la autonómica catalana, en los informativos y en el reporterismo de calle que llegó a la tele ‘grande’ sin hacer demasiado ruido. Y eso que 21 días tenía ese ingrediente de morbo y situaciones casi límites que en otra cadena más grande que Cuatro habrían explotado más.

Fue poniéndose a prueba y cuando ya había pasado demasiado tiempo en la mina, a dieta, fumando porros o jugando a las tragaperras cerró el chiringuito y se inventó otro formato, en la misma línea pero más cómodo. Conexión Samanta ha cumplido ya cuatro temporadas y quizá cualquier día se cansa. Ojalá que no.