Adiós al maestro del cine Borau
El director de películas como ‘Furtivos’ y ‘Tata mía’ y académico fallece a los 83 años tras una larga enfermedad.
La muerte del intelectual inquieto que fue José Luis Borau deja huérfano y sólo ante el peligro a su mejor heredero: el lenguaje del cine como parte de la vida. «En mi vida no he hecho más que leer y ver películas», afirmaba el realizador.
Porque Borau, que falleció ayer a los 83 años tras una larga enfermedad, dedicó toda su vida al cine, pero no sólo como director. También como guionista, crítico y desde la presidencia de la Academia de Cine -entre 1994 y 1998- y de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE).
Su carácter tímido y vehemente le permitió dedicarse sin descanso a la promoción del cine desde esos puestos, que también usó para denunciar otros problemas, como el terrorismo. Borau con las manos blancas en la ceremonia de los Goya de 1998 para mostrar su rechazo al terrorismo, es una de las imágenes más reconocibles del cineasta.
Mostró firmeza en ese momento y la mantuvo a lo largo de toda una vida de amor por el cine. Hijo único y tardío, como él mismo se presentaba en la web de su Fundación, José Luis Borau nació en el seno de una familia de clase media en la Zaragoza del año 1929. Siempre le gustó el cine -aseguraba haber crecido en la penumbra de una sala, memorizando argumentos de películas clásicas-, pero tuvo que licenciarse en Derecho por imperativos familiares.
Una larga carrera
En los 60 sacó adelante su primer largometraje, el western Brandy , por el que el Círculo de Escritores Cinematográficos le consideró el Mejor Director Novel. Desde entonces y hasta el día de su muerte Borau lo ha sido todo en el mundo del cine: guionista, director, productor, actor ocasional, profesor, crítico, creador y espectador, aunque hace unos meses, en una entrevista con Efe, reconocía que ya sólo veía películas en su casa.
Y más que ver, dijo: «Re-veo cine bueno, como El sol del membrillo, de este chico, Víctor Erice», hizo memoria mientras se le escapa una sonrisa al comentarle que la película se había rodado en 1992. Sin pensar en el público o en el éxito de taquilla, Borau caminó por una línea cinematográfica complicada, la de la pura creación, más allá de las modas y de los temas fáciles.
Fueron cuatro largometrajes: Mi querida señorita ( 1971), de la que fue guionista pero que dirigió Jaime de Armiñán; Furtivos ( 1975), Tata Mía (1986) y Leo (2000), Borau lo ganó todo.
Todo menos el Oscar, del que estuvo cerca en 1972 cuando Mi querida señorita fue nominada como mejor película de habla no inglesa, premio que se llevó su admirado Luis Buñuel con El discreto encanto de la burguesía, compitiendo por Francia.
Fue también un gran guionista de documentales y de series de televisión e, igualmente, un brillante escritor de relatos.
Con 74 años recibió su primer premio literario, el Tigre Juan de Novela, por Camisa de once varas.
«Yo había leído siempre muchísimo, y de una manera desordenada; en cambio no había pensado nunca en escribir», explicaba el director en la presentación de la web de la Fundación que lleva su nombre.