Cerrar
Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Opinión | rosa belmondo

Constantino Romero es una figura venerable. Del doblaje, de la presentación de programas y hasta de los anuncios de Lo Mónaco. Con la noticia de su jubilación se está recordando mucho El tiempo es oro (ese concurso lleno de libros, de cuando Google no existía). Pero su versatilidad la ha demostrado con otros espacios. El hecho de ser capaz de conducir tanto Valor y coraje como La parodia nacional (las chirigotas de Cádiz son mejores y no dan esa vergüenza) dice mucho de él. Pero si hay un programa que merece recordarse (probablemente porque debería olvidarse) es Ya sé que tienes novio (1986). La famosa canción de Antonio Machín daba pie a uno de los más disparatados concursos que se han emitido en televisión. En TVE o en cualquiera. De hecho, fue pionero del desmadre.

Un adelantado a su época. Iba toda la parentela. Los novios, los padres, los familiares, los cuñados. Como en El juego de tu vida, lo de Emma García. Solo que en este te preguntan: «Actualmente, ¿te gustaría cambiar a tu madre por otra?» y tú contestas que sí, ganando una pasta. En ‘Ya sé que tienes novio’, toda la tropa familiar se daba tortas por el premio. Intentaban a la máxima velocidad (con caídas incluidas) conseguir un ajuar completo. Batidoras, planchas, sartenes, licuadoras y, lo más importante, lunas de miel gratis. Y se reían de ellos desde el programa. Esas traducciones y locuciones locas de ‘Humor amarillo’ estaban ya en el plató catalán (era un programa grabado en Miramar) de ‘Ya sé que tienes novio’. Siete años después, Mayra Gómez Kemp hizo en las autonómicas ‘Luna de miel’, un Grand Prix para novios. El despiporre ya se había desatado. Pero eran los 90. Eran capaces de montar en un toro mecánico a la novia vestida de ídem y al novio detrás y mantenerlos un rato con envestidas de lo más lúbricas (hay una escena de ‘Modern Family’ con un elefante y un gorila de peluche encima de un coche que recuerda, en fino, a esos novios en el toro). Lo de Mayra Gómez Kemp era un pasote. Pero Constantino Romero lo había hecho antes.