Diario de León

MINORÍAS ABSOLUTAS

Días de magia

Publicado por
RAFAEL SARAVIA
León

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Decía Roald Dahl (ustedes lo conocerán por ese magnífico libro y su versión cinematográfica Charlie y la fábrica de chocolate ) que quien no cree en la magia nunca la encontrará. Tal vez por eso en una ciudad como la nuestra, donde la palabra recorte no hace más que proliferar en cada medio (no puedo por menos que nombrar a Paradores, ayuntamientos, Universidad, limpieza, medios de comunicación y cualquier empresa que vea el filón del tijeretazo como bandera o estandarte del ninguneo cívico y moral de los seres humanos que generan el valor de cualquier marca), tal vez, decía, esa sea la causa por la que en una ciudad como la nuestra sea más necesario que en ningún otro sitio un festival de magia. Si no me confundo, son nueve ediciones ya las que este evento generador de esperanzas nutre a nuestra ciudad de ilusionismo en un momento crucial para ello (la navidad es una buena excusa para estos asuntos). Asombra realmente (y algo tendrá que ver la magia en estas lides) que un festival de repercusión nacional aguante en estos años el envite de la crisis y avance con decisión a por su década de existencia.

Cuestión de magia también debe ser el hecho de que el dinero no sea la barrera infranqueable de eventos que hacen ciudadanos de derecho e indolentes aspirantes a ello. El hecho de que se pueda acceder en todo el escalafón social, con actividades gratuitas, con entradas a dos euros y espectáculos para bolsillos más pudientes, hacen pensar que, a pesar del truco, tal vez haya verdad en la magia de la magia.

León se prepara para alimentar un festival que realmente nos gusta. Nos ofrece la alternativa bella de la otra magia; esa que hace desaparecer y no genera. Por eso desde hace días veo esa luz que inventan hombres y mujeres en torno a la solidaridad por las calles de León (son decenas los actos de organizaciones que aportan su pequeño gran esfuerzo) como un adelanto de este festival, como una sucesión de actos mágicos que encandilan casi tanto como el mejor de los magos de nuestro amado evento.

Sabemos que el cambio, sin as en la manga, está en nuestras manos, que todos debemos generar un discurso más fiel al compromiso humano, poner el hombro, dar pequeños pasos que sin duda acercan, sin varita pero con deslumbramiento, a los ciudadanos entre sí. Es importante generar ese discurso. Saber que las palabras no significan lo que nos quieren decir unos pocos. Saber que las palabras son plurales y significan mucho más. Parafraseando a Hesse: «Mi querido amigo, debo confesarte que, desde que mi pensamiento ha cambiado, ya no existen para mí palabras ambiguas ni dichos: cada palabra tiene decenas, centenares de significados. Y ahí empieza lo que temes... La magia.»

Así, en estas fechas, creo más que nunca en la magia, porque es época de multiplicar los panes, de hacer malabarismos en casa para que la prosperidad entre después de recibir la noticia del despido de un ser querido. Porque es época de lidiar con la frustración de no llegar y saber que un metro de felicidad, en estos días, lo tenemos que conformar con no más de setenta centímetros. Por todo esto, creo con fervor en la magia.

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