Diario de León

Luis Mateo: «En mi obra siempre hay más herocidad en el que fracasa»

Luis Mateo Díez obtiene el premio Francisco Umbral por ‘La cabeza en llamas’.

El escritor leonés Luis Mateo Díez presenta estos días la obra ‘Fábulas del sentimiento’.

El escritor leonés Luis Mateo Díez presenta estos días la obra ‘Fábulas del sentimiento’.

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cristina fanjul | león
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«La cabeza en llamas era un libro especial, un libro con el que felicitaba a mis lectores por mi 70 cumpleaños», destaca Luis Mateo Díez, que ayer se adjudicaba por esta obra el Premio Francisco Umbral. El libro reúne cuatro fábulas en las que el jurado ha valorado la «extraordinaria calidad de su prosa y la hondura psicológica y humanística de los personajes que pueblan sus páginas». «En la obra uní cuatro novelas cortas, cuatro procedimientos de escritura y cuatro tonalidades que tenían un punto de reflexión común: mi llegada a la setentena, una certeza de que había alcanzado a un cierto dominio y lucidez del mundo que puebla mi escritura».

La obra de Díez ha sido elegida por un jurado integrado por César Antonio de Molina, Juan Cruz, Carmen Iglesias, Santos Sanz de Villanueva, Fernando Rodríguez Lafuente, Carlos Aganzo y Manuel Llorente Machado. Santos Sanz Villanuevacalificó el fallo del premio de «excelente», al considerar que premia «la calidad de un texto difícilmente discutible, en un nivel superior de la creación literaria». Señaló que aunque el jurado en esta ocasión lo ha tenido «difícil» por la «cosecha excelente», ha atinado a distinguir a un autor que mantiene durante años «un momento de extraordinaria madurez y originalidad». En La cabeza en llamas , Díez junta «una suma de preocupaciones», como la creación de un espacio literario imaginario con una «originalidad fantástica», hasta el punto de hilvanar una de las historias sobre la trama de un señor que «en lugar de buscar la felicidad busca la infelicidad». Según Sanz Villanueva, Luis Mateo Díez combina hábilmente registros totalmente distintos, partiendo de una historia «humorística» para concluir con otra cercana al «surrealismo» en la que profundiza sobre «lo raro que es el mundo» y una de sus constantes preocupaciones: «las enfermedades del alma», buscando con ello «inquietar y desazonar» al lector. Carmen Iglesias coincidió con Villanueva en la literatura «extraña» de Luis Mateo Díez, aunque puntualiza que la misma «no es críptica, sino metafórica y con un sello onírico, pero legible para todos».

Luis Mateo Díez subrayaba ayer que nunca ha sido un escritor con conciencia de repetirse. Tal vez por eso califica la decisión de Philip Roth de dejar de escribir como «lúcida». «En la obra de los escritores hay un destino, y cuando éste se cumple, se convierten en caricaturas de sí mismos», explica.

Mundo onírico

Rechaza la posibilidad de que haya algún autor español que haya seguido los pasos del norteamericano. «No, no creo que pueda hablarse de una ‘Pastoral española’», y asegura que la suya podría calificarse como novela de la irrealidad. «Me gusta escribir fábulas, novelas en las que se abordan temas sustanciales y que están animadas por un aliento de irrealidad», reflexiona. El autor del universo de Celama abunda en esta idea y subraya que sus historias siempre tienen un halo legendario.

Acerca de las obsesiones de las que no puede separarse a la hora de dar cauce a este universo onírico, Luis Mateo Díez cita tres: la fragilidad, el extravío y la desaparición. «Siempre tengo presente la conciencia de lo frágiles que somos, la certeza de que todo puede cambiar en un segundo», apunta el escritor, que suma a esta certeza la de que no somos sino náufragos, seres perdidos y en mutación constante. «Asistimos a una desaparición del mundo rural, de los valores ancestrales... y todo ello está repercutiendo en nuestro mundo de un modo cuyas consecuencias no podemos valorar», remacha.

¿Y la certeza del fracaso? «Desde luego», destaca, para a continuación explicar que nada salvo eso podría obtenerse de una ecuación formada por las variables anteriores. «En mis novelas siempre he apostado por el hecho de que hay más dignidad en el que fracasa que en el que gana», razona, y añade su convicción en que el fracaso siempre conlleva cierto grado de heroicidad.

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