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El Archivo Histórico recibe el fondo documental del arquitecto Jesús Arroyo

El legado incluye proyectos, planos, memorias y fotografías de la ciudad de principios del siglo XX.

El fondo de Jesús Arroyo incluye un gran número de imágenes en las que se puede contemplar aún la fisonomía que la ciudad tenía a mediados de siglo.

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cristina fanjul | león
León

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Son 472 unidades documentales, y comprende tanto proyectos realizados por él como fotografías, apuntes de sus estudios de arquitectura, proyectos, memorias, estudios urbanísticos y más de 3.000 planos. Se trata del fondo documental del arquitecto leonés Jesús Arroyo Quiñones, que trabajó en el desarrollo del Ensanche de la ciudad a partir de 1939. Uno de los edificios que concibió el arquitecto fue el complejo Santo Domingo, incluido hace dos años en la lista que la Fundación Docomomo (Documentation and Conservation of buildings, sites and neighbourhoods of the Modern Movement), realizó con los 37 mejores edificios de León.

Jesús Arroyo Quiñones fue uno de los arquitectos que colaboró en el desarrollo del Ensanche, el desarrollo urbanístico de León que se fraguó a finales del XIX. Las imágenes cedidas por la familia al Archivo Histórico son una cartografía nostálgica del León de mediados del siglo pasado. En ellas puede contemplarse aún el pavimento del centro de la ciudad, el caos circulatorio, edificios que hoy ya solo pueden contemplarse acudiendo al proyector de la memoria, los comercios de principios de siglo que aún no habían sufrido la competencia de las grandes superficies, las señales de antaño, etc.

Arquitecto del Ensanche

El investigador Juan Carlos Ponga destaca que fue entonces cuando comenzó a idearse la necesidad de hacer una nueva ciudad fuera de los límites que hasta entonces habían marcado las murallas.

Al concurso sólo se presentó un proyecto, inspirado en el Plan Cerdá, por el que se reformó Barcelona a partir de 1860 y que seguía criterios del plan hipodámico, con una estructura en cuadrícula, abierta e igualitaria. Corría el año 1897 y el plan lo firman un grupo de ingenieros de Caminos, Canales y Puertos —Pedro Díez Tirado, Manuel Díez Bercedóniz y José María Rodríguez Balbuena— junto al arquitecto Manuel Fernández y Álvarez Reyero.

«El de León era calcado al que se realizó en la Ciudad Condal», destaca Ponga, que explica que lo único que se exigía en el caso de León —una ciudad que por entonces no superaba los 16.000 habitantes— era que se respetara la calle Padre Isla, por entonces carretera de Asturias, Independencia (salida a Galicia y Madrid) y, por supuesto, Ordoño II. «El Ensanche se basaba en un urbanismo de manzanas cuadradas que debían mirar a los cuatro puntos cardinales para que los vientos del norte no entraran directamente en las calles», destaca el investigador, que califica el proyecto de higienista y saludable. Añade Ponga que después de varios años, en los que se introducen numerosas reformas, el proyecto se aprueba a finales de 1904.

Fueron los propietarios los que hasta los años cincuenta desarrollaron el trazado del plan del Ensanche y a finales del siglo XX el trazado está consolidado y casi construido.

La capital se llenó de suntuosas construcciones, señoriales chalés, edificios administrativos, bancos y teatros, de la mano de arquitectos como Cárdenas, Sanz, Torbado o Ugalde. Gustavo Fernández Balbuena, que diseña en 1919 el casino (hoy sede del BBVA), fue un arquitecto que transformó el urbanismo de Madrid. Su proyecto del Parque Lineal en la zona Sur de Madrid ha sido una constante referencia en el urbanismo madrileño. Manuel de Cárdenas, pionero de una saga, ha sido uno de los arquitectos que más impronta ha dejado en León. Diseñó el chalé de los Fierro, la Casa Goyo, el Museo de León, la Casa Ciriaco, la Casa Lubén, el edificio de Correos (el de la Catedral), el Teatro Emperador, el edificio Sopeña (Oscus)... Pero, además, también hay que destacar la actividad y la obra de Juan Crisóstomo Torbado Florez, responsable de los edificios 16 y 18 de la avenida de Roma, el 9 y el 11 de Ramiro Balbuena y el 16 de Ordoño II esquina a Alcázar de Toledo, de Andrés Valcarce Martínez, al que le debemos el número 6 de Alcázar de Toledo y de Arsenio Alonso Ibáñez, responsable del edificio de San Agustín con esquina Alcázar de Toledo. También trabajaron en la urbanización del Ensanche arquitectos como Isidoro Sáenz Ezquerra y Rozas, Francisco Javier Sanz Martínez —autor del hotel Oliden y la Casa Arce—, Luis Aparicio Guisasola o Ramón Cañas del Río, que proyectó la conocida como Casa Ceremonias.

Las fronteras

La memoria del concurso ubica el Ensanche al oeste de la ciudad, hacia el río y la estación del ferrocarril, en el espacio delimitado hoy por las calles y plazas: Independencia, Santo Domingo, Ramón y Cajal, Renueva, Suero de Quiñónez, Paseo de la Condesa de Sagasti, Guzmán el Bueno, Paseo de Papalaguinda, Lancia (Paseo del Infierno) y el Jardín de San Francisco. «El proyecto se ideó con manzanas de 100 x 100 metros y calles que iban desde los 12 metros —las más estrechas— a los 20 metros, caso de Ordoño II y Gran vía de San Marcos, pasando por las de 16 metros. En este último grupo se encuadran calles como la avenida de Roma y República Argentina», manifiesta el investigador. En este sentido, recalca que las calles que se proyectan están orientadas poblicuamente a los distintos puntos cardinales para que no estén nunca orientadas directamente ni a los vientos fríos del norte, ni a los vientos cálidos del sur. «Las esquinas se resuelven con chaflanes para mejor visión del tráfico y se proyectan plazas para la distribución del mismo», añade.

Juan Carlos Ponga destaca que la Plaza de Santo Domingo se diseña de tal manera que se convierte en el centro de visión y orientación. Desde ella se ven la catedral, San Isidoro, San Marcos y la estación del ferrocarril. «Se desarrolla desde 1900 hasta 1950 en que ya están diseñadas todas las calles y construidos más del 90% de los solares», manifiesta. Subraya asimismo que el diseño del Ensanche se repite en el planeamiento del Barrio de San Claudio, si bien en esta zona de la ciudad el planeamiento se realizó con calles más estrechas y manzanas más pequeñas con la finalidad de aprovechar de manera más eficiente el terreno.

La ocupación de esta nueva zona de la ciudad se realiza siguiendo unos férreos códigos sociales. De esta manera, el centro del Ensanche lo ocupa la alta burguesía leonesa, formada por médicos, abogados e industriales. «Más allá de la avenida de Roma. Entre San Marcos y República Argentina se asienta lo que podría calificarse de clase media media».

Los fondos de Jesús Arroyo se unen de esta manera a un legado documental que conserva, por ejemplo, imágenes de todos los edificios de la provincia y las primeras imágenes aéreas que se hicieron en León. Además, los fondos del archivo también custodian documentos curiosos, como el expediente del primer alumbrado público que tuvo la ciudad y que data de 1916, el expediente del proyecto (1913) para poner en marcha un tranvía que uniera la estación de Renfe con la Catedral o los expedientes de los puentes que se volaron durante la guerra civil.