Diario de León

Petete se queda huérfano

Fallece a los 83 años el creador del pingüino, el español Ferré.

El dibujante español Manuel García Ferré.

El dibujante español Manuel García Ferré.

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miguel lorenci | madrid
León

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Hoy peinan canas quienes se asomaron al mundo a través del televisivo Libro gordo de Petete. Aquellos críos hoy cincuentones sintieron el Jueves Santo una punzada de tristeza al saber que Petete se quedó huérfano. Moría Manuel García Ferré, dibujante y padre del tierno pingüino sabelotodo que entretuvo y formó a una generación de españoles.

Fue en un tiempo en el que toda la oferta televisiva se resumía en dos canales, el mando a distancia era una rareza y el color catódico empezaba a llegar a una minoría de privilegiados hogares españoles.

En aquellas tardes de onzas de chocolate con pan, cuadernos de caligrafía y deberes de sumas y restas, los escolares miraban con ojos como platos a la pequeña pantalla y escuchaban embelesados aquello de ‘el libro grande te enseña, el libro gordo entretiene» que precedía a la despedida de la «contenta» presentadora y amiga de Petete «hasta la clase que viene»

García Ferré, que murió en Buenos Aires con 83 años, fue padre de otros muchos personajes, ninguno tan famoso como Petete entre la chiquillería española. De su magín y sus lápices salieron también Anteojito, Hijitus, Larguirucho o Calculín. Ninguno alcanzó la fama de primero, impulsado por una tele muy joven en la que los precedentes infantiles más potentes estaban la blaquinegra familia Telerín, y la chripitiflaútica troupe de Locomotoro, Valentina, el Capitán Tan y el tío Aquiles

El fenómeno de Petete llegó a España desde el otro lado de Atlántico y cuando había triunfado en Latinoemérica, donde García Ferré inició su carrera y cosechó sus primeros éxitos. Nacido en 1929 Almería, el dibujante emigró a Argentina a finales de los cuarenta. En el país andino encontraría la inspiración para crear a Petete, un tierno pingüino patagónico tocado con gorro de lana con pompón, con su chupete colgado del cuello, que enseñaba con pareados y que García Ferre pensó en bautizar como Malvino.

La tele no hizo sino amplificar el éxito que el animalito antártico había tenido cuando se publicó como tebeo y en entregas semanales con la revista infantil Anteojito. Paradójicamente el Libro gordo, no sería tal hasta 2009, cuando apareció el volumen que recogía toda la sabiduría del pingüino, conocido -otra paradoja- como ave necia. En Argentina fue una enciclopedia de cinco tomos de cuatrocientas páginas cada uno.

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