MINORÍAS ABSOLUTAS
Obituario en Re Mayor
Son días contundentes estos que transitan a la derecha del porvenir. En esta semana que ha transcurrido uno se recoge las enaguas y canta un salmo a los desaparecidos, que no son pocos. Por si de ellos podemos aprender errores y virtudes en vía de extinción. Nos ha dejado recientemente el gran Jess Franco y uno acaba imaginando que la broma que supone la vida es casi un guión de este maestro del cine a pelo, sin más calificativos. Un personaje digno de película de terror... una actriz con muchísimas posibilidades en el gesto abrupto del tío Jess, hubiese sido sin duda Margaret Thatcher. Mujer implacable que también nos deja esta semana con la gravedad de su vida prendida en la sobria indolencia que la muerte nos depara a todos. Otro maestro que nos ha dejado ha sido Bigas Luna, el hombre que puso piel y sudor tibio al cine español, ese que amó lo voluptuoso y nos hizo soñar con la prohibición en la adolescencia. Con los dos rombos y el recuerdo de la mirilla.
Tal vez, por analogía, le hubiese encajado en nómina al maestro Bigas la gran diva de nuestro cine, la dama que todo lo pudo y generó el vocablo de sex symbol en el cine español. Hablamos de Sara Montiel, los ojos de nuestro cine, la belleza que sedujo a Hollywood y que también nos ha dejado apenas hace dos días. Un cúmulo de pérdidas que parece se hace eco de que el arte, la cultura y la esperanza, en España, han de vestirse de luto en abril. Como rindiendo homenaje a un mes que abre el fulgor, lo verde, lo vivo... En estos días rendimos homenaje también a otra figura del siglo XX. Ese pintor que nos dejó, hace exactamente cuarenta años, con el sabor del cambio y la lucha constante por la renovación. Pablo Picasso luchó en pro de otra dama damnificada y a la que también en estos días se le rinde tributo. Esa cuyo réquiem se canta en Re Mayor... Un Re que acrecienta el nombre que la denomina; y en escala Mayor porque sin duda es digna de la justicia e importancia que la rotundidad de su existencia (y su retorno) impone. Hablamos de la gran dama, la anhelada por los hombres y mujeres que confían en la igualdad de los conciudadanos, esa que celebrará su cumpleaños este próximo catorce de abril.
Pero las circunstancias del macabro azar, me hacen reescribir a última hora estas líneas, para incorporar a quien tal vez haya contribuido más en estos últimos 96 años de vida a reivindicar el cambio, la voz discorde, la sana costumbre del que genera controversia y enriquece. Hablo de Jose Luis Sampedro, un maestro que sin pretenderlo ejerció, tal y como hacen los buenos maestros, de guía intelectual para las nuevas generaciones que anhelan una palabra tan grande como lo es la palabra justicia. Que nos reveló el camino de la disidencia y nos advirtió que el pensamiento único no hace más que aniquilar el derecho del ser humano a ser pueblo, libre y soberano.
Sin duda, el mejor de los cantos se lo reservo a él, a Jose Luis Sampedro, por tanto y hasta el final. Descansa en paz.