Solo falta Chicote

Toma el mando de tu futuro con las Fuerzas Armadas Españolas, reza el eslogan del anuncio que el Ministerio de Defensa tiene colgado en su página web. Pero la mejor propaganda se la ha hecho, gratis, TVE.

Una base militar de Badajoz fue el insólito escenario que eligieron para el estreno, el miércoles, de Masterchef, un reality de cocinillas presentado por Eva González (mera pinche), que también tiene algo de régimen militar. Tres aprendices de Risto metidos a implacables jueces ponen a prueba no tanto las habilidades de los concursantes en la cocina, que también, sino su resistencia a la presión. En el primer programa, Maribel, una ama de casa de 59 años, se tiró al suelo cuando supo que la habían salvado porque estaba a punto de desmayarse. La mujer lleva cuarenta años o más cocinando y jamás se le quejó un comensal. Pero sometida al estrés del programa, parece una cría jugando a las cocinitas.

A Maribel no le falta mano para los fogones... le sobra presión. Pero esto es la televisión y tiene sus peajes. Masterchef no es un programa para aprender a cocinar, es un espacio de telerrealidad al uso. Tan preocupado en mostrar los roces entre los concursantes y las broncas de los jueces como la preparación de los menús, cuestión que ventilan con imágenes rápidas de cazuelas humeantes y cuchillos veloces picando cebolla. En esa olla a presión que es Masterchef solo falta Alberto Chicote montando el pollo. En el estreno, los concursantes tuvieron dos minutos para hacer la compra e improvisar una receta con rodaballo con la que se jugaron la permanencia en el programa. Y les dieron una hora para preparar el zafarrancho para cien soldados y «recompensar su esfuerzo y sacrificio». También nos contaron que nuestro ejército está presente en Líbano, Afganistán y Malí (¿será esto una nueva modalidad de patrocinio cultural?), y sacaron hasta los tanques. Y, claro, con semejante presión, no les salió bien ni el puré de patata.