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Las huellas del anarquismo leonés

Secundino Serrano rastrea la vida de Marcelino de la Parra Casas, fundador de la Federación de Guerrillas.

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n. g. sabugal | león
León

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«Son historias trágicas de gente que fue víctima de una especie de destino fatal. No tuvieron otra opción que dejarse matar o luchar y encima después se les invisibilizó porque la dictadura quería desvincularles de su significación política y asociarlos al bandolerismo». Secundino Serrano, uno de los historiadores españoles que más ha investigado sobre la Guerra Civil y la posguerra, quiere seguir despejando las nieblas que el tiempo y los intereses del régimen franquista han volcado sobre la vida de los guerrilleros. Por eso rastreará en su próxima obra las borrosas huellas de Marcelino de la Parra Casas, uno de los fundadores de la Federación de Guerrillas de León y Galicia.

Parra, nacido en La Robla en 1911, era cerrajero de profesión y cenetista de afiliación. Luchó en el frente norte y cuando Asturias cayó, en el duro invierno de 1937, pasó junto a otros compañeros leoneses y asturianos al Bierzo. Desde allí intentaron irse a Portugal, pero finalmente se unió a los huidos que alimentaban la guerrilla antifranquista organizada en León, Galicia y Zamora.

En el occidente fue parte de la resistencia armada y actuó como líder de los anarquistas de la guerrilla berciana. Allí se convirtió en ayudante del hombre fuerte de la zona, Marcelino Fernández Villanueva El Gafas , y fue fundador de la Federación de Guerrillas que se creó en 1942 en los montes de Ferradillo, cerca de Ponferrada. Parra pasó los siguientes años entre La Cabrera y el Bierzo e intervino también en las luchas políticas contra los comunistas, que intentaban hegemonizar la guerrilla de la zona, «hasta entonces liderada por socialistas, cenetistas y apartidarios».

Huida a Tarragona

Cuando la federación entró en declive, Parra y los compañeros supervivientes intentaron escapar de la zona y de España. Él se fue a Tarragona, donde vivían sus hermanas. «Pero ya cerca de la frontera no fue capaz de huir a Francia. Fue detenido el 16 de mayo de 1948, trasladado a León, juzgado y ejecutado a garrote vil en la cárcel provincial».

Esa cárcel era la ya desaparecida que se encontraba en la zona del parque del Cid y el garrote vil, el duro castigo que la dictadura reservaba para los guerrilleros. «Una especie de doble muerte», explica Serrano. «Sobre todo para los que habían sido militares profesionales, pues eran humillados al ser ajusticiados como vulgares delincuentes».

Hasta aquí llega la vida de Parra Casas, pero aún faltan muchos huecos que rellenar, y en completar ese puzzle se afana Serrano, que debe bucear entre muchos archivos para encontrar el tesoro de memoria que está buscando. El historiador ha seguido la historia de Parra Casas desde el Archivo Militar de Ferrol, donde están todos los documentos del gobierno militar de León durante esos años, hasta el Archivo Histórico Nacional, que tiene los expedientes de los encausados por motivos políticos.

La historia de Parra Casas también ha dejado pistas en el Centro Documental de la Memoria Histórica en Salamanca, que tiene los archivos del infausto periodo del gobernador civil Carlos Pinilla Turiño. Otras están en el Archivo Militar de Ávila y quién sabe dónde más. Uno de los documentos en cuya ‘busca y captura’ está el historiador leonés es el expediente carcelario de Parra. «Debería haber algo, ya sabemos que la provincia tuvo varias cárceles y el expediente podría estar en la cárcel de Mansilla o en el Archivo Provincial de León».

Búsqueda de familiares

Serrano también está buscando a los familiares que pudieran quedar de este guerrillero leonés. Sin éxito, de momento. En la localidad de La Robla nadie le ha sabido dar su paradero, pero tal vez queden descendientes de alguna de sus hermanas en Cataluña.

El libro que prepara Serrano prevé también incorporar en el propio relato todo el proceso de investigación. Narrar la ardua tarea de buscar en archivos y encontrar algunas puertas cerradas y, tras otras, sorpresas que no se esperan. Un libro en la línea de HHhH , de Laurent Binet, sobre el nazismo, o El corto verano de la anarquía, de Hans Magnus Enzensberger, sobre el anarquista leonés Durruti.

Todo para contar ese «episodio invisible de la historia de España» que el historiador leonés considera que fue la guerrilla. Un ocultamiento y confusión propiciados por cuarenta años de dictadura y que se resume en la experiencia de una familia de Palencia tras leer uno de los libros de Serrano: La guerrilla antifranquista en León . «Me escribieron los hijos para decirme que al encontrarse a su padre en el libro se dieron cuenta de que no había sido un delincuente y un ladrón, como les habían dicho, sino que había luchado por ideas políticas. Su madre no llegó a poder leerlo a causa del Alzheimer».