Diario de León
Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Opinión | josé maría cillero

Si RNE estuviera gobernada por un equipo directivo convencido de que una radio de titularidad pública es esencial en la conformación de una sociedad informada y con capacidad crítica, ahora mismo los despachos, las redacciones y los estudios de la cadena con más de 75 años estarían sumidos en la depresión más absoluta por sus resultados en el EGM del primer trimestre. Si el presidente de RTVE, Leopoldo González-Echenique -por cierto, por decisión del Gobierno nombrado sin el consenso parlamentario de sus dos predecesores- y el director general de Radio Nacional, Manuel Ventero, estuvieran en sus puestos para consolidar ese modelo del que hablamos desde hace décadas y que pasa por parecerse en gestión y contenidos a la BBC, ya habrían saltado todas las alarmas en Prado de Rey, habrían rodado cabezas y algunos programas habrían caído de antena.

Pero ni González-Echenique ni Ventero se dan por aludidos del deterioro galopante de RNE, que desde la marcha de Juan Ramón Lucas en las mañanas y de Toni Garrido en las tardes es una máquina de perder oyentes -escuchantes, en la desafortunada pedantería impuesta en la Casa de la Radio- mientras sus directivos hacen la de Tito Vilanova en el Allianz Arena, disfrutar del espectáculo desde la butaca más cercana al escenario donde se consuma la tragedia. Malditos tiempos estos de tancredismo imperante, inoperante e inoportuno, justo cuando las adversidades exigen de todos, más de quienes administran lo de todos, imaginación, esfuerzo y eficacia. Y no vale defender que la decisión por la que en un año se han perdido medio millón de oyentes estuvo marcada por la austeridad. Aún admitiendo que el argumento pudo servir en un primer momento, el tiempo y el EGM demuestran que fueron mal negocio y colocaron en la UCI a una emisora que estaba en expansión. Aunque sería peor que en realidad todo fuera una jugada maestra en busca de un objetivo inconfesado.

tracking